Vaticano condena actitud “pasiva e indiferente” de Gobiernos centroamericanos frente a la migración

Con un mensaje categórico, ante un escenario en Centroamérica que califican como “deshumanizador”, los obispos de la región condenaron la actitud de los diferentes gobiernos del istmo frente a la crisis migratoria que atraviesa la región.

Según lo expuesto por los prelados, en una nota de prensa emitida por el Vaticano, los Estados deben resolver “la violencia social, la corrupción, la impunidad, la desigualdad, la pobreza y el crimen organizado” que en muchos casos son las causas fundamentales que “obligan a las personas a abandonar sus países”.

El documento también recuerda que los cinco países que conforman la región centroamericana se comprometieron a cumplir con el convenido conocido como la Declaración de Esquipulas, que fue firmado en 1986 y que aún sigue vigente, según el cual aceptaron buscar siempre una resolución pacífica de los conflictos existentes en la región, así como un programa de cooperación económica.

Las declaraciones de la iglesia expuestas luego del encuentro regional de movilidad humana por la justicia y la dignidad de los migrantes, realizado en Guatemala y donde participaron tanto miembros de la Iglesia como organizaciones de la sociedad civil de Centroamérica y México.

Después del encuentro, en el que se discutieron los retos y necesidades que presenta la realidad migratoria en sus diversas manifestaciones, los participantes criticaron duramente las “constantes violaciones de los derechos humanos y la persecución de sus defensores; la falta de un enfoque integral y humano de las personas obligadas a emigrar y la violencia, incluso hasta la muerte”, ejercida contra ellas por parte de las autoridades estatales.

Además, pidieron el “estricto respeto” de las normas nacionales e internacionales de derechos humanos, en especial de los migrantes, así como “una respuesta regional y global de los Estados para prevenir la migración forzosa y tratar responsablemente los flujos migratorios”.

La exigencias y condena por parte de la iglesia católica llegan en un momento en que cientos de miles de personas, familias completas y menores no acompañados, provenientes del Triángulo Norte de Centroamérica, están llegando a los diferentes puntos fronterizos de Estados Unidos huyendo de la pobreza y la violencia de sus países.