Opinión / Ensayos · 04/01/2024

2024, la unidad política y el fantasma de Monteverde

*Ariel Montoya

Tanto la Unión Europea como Estados Unidos siguen optando por la Diplomacia y el Diálogo para buscar una salida a la crisis social y la represión que envuelve a Nicaragua bajo el régimen de Daniel Ortega.  

Tesis viable ante toda otra búsqueda a no ser un imponderable; no obstante ante esa postura fija de dichos bloques de naciones amigas,  hay que agregarle  la incentivación de la unidad política sobre todo dentro del país, tomando en cuenta que la iniciativa concebida como Monteverde, no pasa de ser un fantasma mediático al día de hoy, ya al inicio del año 2024.

Pero este fantasma de Monteverde, solo dado a conocer por sus escaramuzas clandestinas,  insólitamente  apoyadas por Donantes Internacionales, y por Voceros de segunda línea sin ningún respeto por los auténticos valores de la Libertad y la Democracia, además de tener los pies hinchados por este hecho, no cuenta con la solvencia moral necesaria para enfrentar al Orteguismo, pues su cúpula es de origen Sandinista mezclada con agentes de la mala Derecha y por otros especímenes que involucionaron  del liberalismo y el conservatismo al sistema sandinista llamado MRS y ahora UNAMOS. Mas algunos empresarios y comerciantes  mercenarios.

Biológicamente, holísticamente y bajo los parámetros de la debacle  social impuesta por el sandinismo —nadie los eligió para llegar al Poder y su sostenibilidad electoral posterior ha sido establecida mediante fraudes electorales, sobornos y chantajes—, no puede esta agrupación pretender erigirse líder de la oposición, ahora aliada con sectores empresariales y extintos activistas provenientes de las paralelas, en el guía de la unidad opositora a la dictadura de Managua. Su existencia contradice toda dialéctica.

Pero si estos hechos no son suficientes para que los nicaragüenses rechacemos al fantasma en mención, hay otro argumento poderoso que no podemos olvidar: La exorbitante complacencia y concesión hecha al sandinismo tras su derrota electoral en 1990, de la cual en gran medida estamos ahora con más evidencia pagando sus consecuencias.

Este hecho, o mejor dicho éstas concesiones, como las leyes del robo colosal de la historia conocida como «La Piñata», la falta de justicia ante tanta impunidad cometida por el gobierno de la revolución o la permanencia de ex miembros del gabinete del régimen perdedor en el nuevo Gobierno junto a muchos otros favoritismos, imponen ante el pueblo la necesaria recomposición política con sectores inclusivos dentro de una nueva Derecha, trazando a través de ella un auténtico plan de nación.

La izquierda, como tal, mientras no sea juzgada en algunos de sus miembros por sus violaciones a los Derechos Humanos del pasado o por sus vínculos con el Directorio y Gobierno desde su toma del Poder en 1979 hasta su derrota con el triunfo de la Unión Nacional Opositora (UNO) en 1990 con el triunfo de la Presidente Violeta Chamorro,  tendrá su derecho a participar en política, pero no con quienes ellos avasallaron y ultrajaron. Cada quien por su lado y quienes se vinculen a aquellos serán desafortunados por el clamor ciudadano.

Recientemente el presidente de la llamada Asamblea Nacional, Gustavo Porras, dijo en alusión a algunos presos políticos ex encarcelados, que en otros países estos habrían sido fusilados, habrase visto semejante insolencia y agresividad verbal policíaca al mejor estilo Castrista! como si los abusos de poder por ellos cometidos a partir de 2018 y antes no fuesen hechos violatorios a tanta gente inocente.

Es de preguntarse: Dónde estuvo un reclamo de Monteverde, una denuncia o una demanda ante esta brutalidad orteguista? dónde estaban sus operadores y sus relevantes dirigentes de moral y valores cuestionados?. Otro ejemplo, el haberse negado a la realización de un Padrón Electoral de los nicaragüenses en el exilio.

Esto obliga a volver la mirada hacia la consolidación de una unidad política interna. A la necesaria integración de hombres y mujeres con conciencia nacional a unirse y a establecer rutas de trabajo y divulgación que, con ese deseo de la Comunidad Internacional de que sean la Diplomacia y el Diálogo los que imperen para tratar de llegar a una salida pacífica, a este embrollo social que atormenta a diario a todo un pueblo, y en el cual también esa geopolítica mencionada de una u otra forma tiene cuotas de culpabilidad en lo que ha acontecido desde 1979. Todos aquellos que le echaron la vaca a Somoza. Por ahí desfilan los gobiernos de la época de Estados Unidos, México, Costa Rica y Venezuela, entre otros.

Para nadie es un secreto saber que la izquierda tanto del partido Sandinista como la de sus desertores (ahora ambos en guerra), no son del aprecio popular. Ambas partes perdieron su legitimidad ante la historia, si es que en un tiempo la tuvieron, por mucho que unos se ufanan por los pobres desde sus estancados sistemas Castro Chavistas y otros pretendan lavarse la cara y pretender volver. Y eso el pueblo de Nicaragua no lo permitirá, pues de ocurrir es ir contra el mismo, contra la sangre derramada y contra toda impunidad.

Se está de acuerdo con una Diplomacia y un Diálogo que conlleve a partir de este 2024, a acuerdos entre el régimen de Managua y esa oposición que está organizándose dentro del país, desde compromisos de transparencia y ética por las partes involucradas.

Confiando en que esta vez los dialogantes de este lado —de la democracia y la libertad—, sepan enrumbar bien cada palabra y cada hecho aprobado, que no ocurra como con el Diálogo con La Contra en la que los dirigentes de ésta como los funcionarios del nuevo Gobierno de Transición no tuvieron agallas necesarias requeridas para enfrentarse a aquellos y su poderío agreste y atropellante. Ni a sus dádivas.

A este respecto de cara al presente será importante también las correas comunicativas con la unidad política que también desde el exilio viene gestándose, a sabiendas siempre bajo la conducción y el liderazgo de quienes asuman este reto de patriotas dentro del país.  En Nicaragua, donde no caben los fantasmas de Monteverde.

*El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional.