Opinión / Ensayos · 14/04/2023

Diálogo a la vista

*Ariel Montoya

Ante la dura situación que vive Nicaragua con una crisis social, política y económica en ascenso y en detrimento de los más pobres, y ante la clara realidad de la fallida unidad opositora tanto nacional como internacional, todo indica que no queda más camino que el de un diálogo entre las partes involucradas, lo que no es del agrado de muchos pero que, insisto, ante la fracasada lucha cívica contra el régimen de Daniel Ortega pareciera no quedar más alternativa, como tampoco de este ante su debacle.

La historia de los diálogos en Nicaragua, como la reelección presidencial tiene oscuros precedentes.  En su mayoría han estado plagados de componendas, de arreglos bajo la mesa y a espaldas del pueblo.

Pero ambos sistemas no son malos en aquellos países cuando sus embalajes institucionales, sus líderes políticos y los engranajes sociales como el empresariado, sindicatos y resto de la Sociedad Civil juegan con transparencia, lo que no ha sido el caso de Nicaragua.

A pesar de las palabras de Tomas Borge del Frente Sandinista en los 80, (uno de los más folclóricos y totalitarios  comandantes de la revolución), de que ellos jamás negociarían con la Resistencia Nicaragüense —-La Contra—-, cuando se vieron en la sin remedio no les quedó más alternativa que sentarse a conversar sobre cómo ponerle fin a la guerra y propiciar un marco más estable para las elecciones de 1990;  La Contra, por su parte, que gracias a Dios no tuvo tantos poetas ni agitadores de propaganda como la ‘revolución sandinista’, también debió sentarse a negociar, pues a decir verdad también estaba en la sin remedio sobre todo en el financiamiento externo.

En el contexto actual y a cinco años de la insurrección de 2018, las circunstancias imponen ser realistas y descobijados de toda aventura sin pies ni cabeza, como la lucha armada pues nadie la apoyaría geopolíticamente hablando y la oposición como tal no logró presentar auténticos líderes que hayan sido capaces de arrastrar masas y mover el piso político con nuevas caras,  que atraparan la imaginación colectiva del interior, de la diáspora y de la Comunidad Internacional. (Algunos de estos aún ventilan sus ilusiones políticas desde los espejuelos del Photoshop).

Otro punto débil para la oposición al sandinismo es que desde el 2018 a la fecha, Ortega ha logrado sobreponerse a la ruptura de relaciones diplomáticas y comerciales con su Gobierno.

Por ejemplo Estados Unidos y la Unión Europea no han pasado de sancionar a funcionarios y allegados al régimen mientras que en Centroamérica ha privado más la ridícula excusa de Honduras y El Salvador, de llevar en paz la fiesta con Nicaragua en aras de una estabilidad trinacional con el Golfo de Fonseca. Otras razones “de peso” han sido las comerciales.

De continuar los esfuerzos de dicho diálogo, este cuenta según informes tras bastidores con representantes del Régimen, con  una supuesta representación del Ejército, del Gobierno de Estados Unidos más algunos empresarios no ligados a la cúpula del Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP), y un selecto grupo político no identificado con las componendas pactistas y de tendencia liberal, entre otros.

Estarían por verse los frutos de estas primeras negociaciones, los alcances que tengan y las acciones que realicen de cara a la aceptación popular de las mismas, pues es evidente la enorme desconfianza que presenta a grandes rasgos el Ejecutivo, máxime si tomamos en cuenta los abusos desmedidos contra la Iglesia Católica mayormente ensañados durante la pasada Semana Mayor.

Asimismo estaría por verse la fortaleza negociadora de los nuevos operadores políticos de la oposición, ya que si partimos del hecho de la pulverización institucional y partidaria a manos de Ortega, se estaría contando con políticos que estarían reemplazando a las viejas guardias de los partidos tradicionales.

Se habla de adelantar las elecciones al 2025, de que se celebren en conjunto presidenciales y municipales, de relevos en sectores institucionales sensibles, de comicios transparentes y con observación internacional y de otros puntos a ceder, consensuar y acordar, viables para salir de este marasmo político que, de no atenderse a tiempo podría terminar en un estallido o implosión social, la cual de producirse, podría llegar a  conclusiones impensadas.

Ya hubo en el 2018 un intento de diálogo y este fracasó porque a decir verdad nadie y menos la oposición jugó bien sus cartas, y ahí se perdió una gran oportunidad. De ser ciertas estas filtraciones dialogantes para un mejor destino de Nicaragua, entre tanta zozobra, tropiezos y dudas razonables, no dejan de ser vistas con ciertas esperanzas.

*El autor es escritor y periodista nicaragüense exiliado en Estados Unidos. Columnista Internacional y presidente del Partido de Derecha Accionario (OPA).