Opinión / Ensayos · 07/12/2021

Dictadores llorando por las sanciones

  • Por Armando Guzmán | Periodista

Con agrado leo las “humildes” exigencias de la sancionada, y vicedictadora de Nicaragua Rosario Murillo Zambrana, que suplica le levanten las sanciones a ella y cuarenta cómplices represores más de su régimen. Como es del conocimiento público, los sancionados orteguistas, son señalados de violación de derechos humanos desde el 2018, cuando reprimieron “con todo” la rebelión cívica y ciudadana, además, por corrupción y lavado de dinero.

“(Queremos) exigir respeto y exigir (que) se anulen esas medidas coercitivas ilegales que van contra todas las cartas internacionales que deberían regir los destinos del mundo en términos de derechos”, dijo la represora vicedictadora.

Si hacemos un análisis del texto y discurso de las “exigencias” de la vicedictadora, estas no pasan de ser una forma de intentar calmar a sus funcionarios que esperan sanciones en los próximos días, cuando sabemos que muchos funcionarios de su dictadura están desesperados por dejar su redil. Sus exigencias sólo muestran una patética desesperación de los dictadores ante una posible ola de deserción en su diezmada fila de seguidores.

También los nicaragüenses les exigimos en iguales términos a los dictadores, respecto a la dignidad humana, respeto a las cartas internacionales, que consignan respeto a la libertad de prensa, expresión, movilización, pensamiento, libre circulación, derecho a trabajar, derecho a informar y ser informado. Exigimos libertad a elegir, libertad para los presos políticos, libertad a decidir nuestro destino como nación.

Queremos que Nicaragua deje ser un “Estado policial de facto”, tal como lo vivimos los nicaragüenses y lo alerta la CIDH en su reciente informe.

Todo lo que hagan los países por Nicaragua es porque la democracia ha sido enterrada por el “egoísmo, la prepotencia, la arrogancia y la ambición” de poder de manera indefinida por una sola familia, la Ortega Murillo.