Opinión / Ensayos · 11/10/2022

Irresponsabilidad Estatal y Fragilidad Ambiental

La creciente amenaza del cambio climático se concentra, y no por casualidad, en los países más pobres; no existe determinismo geográfico que explique la particular destrucción provocada por este creciente fenómeno en determinadas zonas del planeta, y que cada año se amplía hasta convertirse en una creciente multiamenaza, tal como sucede actualmente en Nicaragua, donde la administración pública aprovecha los estragos causados sistemática y repetitivamente, como parte del escenario de su «preocupación» vinculada a sus campañas políticas, y a la promoción de sus candidatos, que carentes de popularidad y carisma deben cobijarse bajo la vergonzante sombra de las desgracias sufridas por los pobladores de áreas vulnerables, que son generalmente los menos beneficiados del actual modelo de distribución de la riqueza que el país genera; es decir, los excluidos, los marginados, los castigados históricamente, por quienes han detentado las decisiones económicas, sociales y políticas, y que hoy estos últimos, se encuentran en un peligroso vórtice de desprecio y acusabilidad de parte de las mayorías, que a diario presencian el latrocinio dirigido por la pareja dictatorial, ejecutado por sus adláteres y refrendado por el gran capital criollo y una clase política totalmente domesticada. 

La mitigación y adaptación al cambio climático, pasa necesariamente por la búsqueda de un modelo socioeconómico justo, equitativo y sostenible; la resiliencia de los grupos humanos, así como la identificación y reducción de riesgos, debe lograrse a través de la acción concertada entre los diseñadores de políticas y la población en general; evidentemente que estamos lejos, no de lograrlo, sino de diseñarlo e implementarlo; y es que la acción tripartita gobierno-clase política-gran sector privado, ha actuado de la manera más estúpida al empujar un modelo de alta rentabilidad inmediata, con sustentabilidad cercana a cero; la afirmación anterior se evidencia al observar el desastre ambiental causado por la creciente urbanización de un importante área de infiltración de agua localizada en un territorio que incluye áreas de los municipios de Managua, Ticuantepe, El Crucero, La Concepción y Nindirí. En 2008, cuando todavía se vivía la «luna de miel» del regreso al poder de Ortega, y a la vez se gestaba el «Modelo de Alianza, Diálogo y Consenso», mismo que consolidó una perversa alianza entre Ortega y el gran capital, en donde el primero necesitaba vía libre para allanar su camino a la reelección permanente, y los segundos lograban millonarias exoneraciones fiscales, se firmó un Acuerdo Interinstitucional entre las alcaldías de los municipios mencionados y la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (ENACAL); dicho acuerdo declaraba un «Cerco de protección al agua de Managua», el que básicamente suspendía los permisos para nuevas urbanizaciones a la vez que mandaba a las alcaldías y ENACAL a impulsar un programa de reforestación para la creación y fomento de un bosque de protección, el cual está claramente consignado en la Ley No. 620, «Ley General de Aguas Nacionales», que en su artículo 147, expresa, «Toda persona natural o jurídica que posea propiedades registradas a su nombre, en áreas definidas como de recargas acuíferas o para producción de agua, están obligadas a destinar un 25% de dichas propiedades para proyectos de reforestación, a efecto de garantizar la conservación del recurso hídrico».

Los entonces ediles, y la entonces Presidenta de ENACAL, firmaron dicho Acuerdo a la luz de la relativa autonomía que aún gozaban, como parte de la herencia dejada por las administraciones neoliberales que precedieron a Ortega; de hecho el entonces alcalde de Managua, Dionisio Marenco (q.e.p.d) afirmó, «…el problema principal de Managua es el agua, y si no se resuelve en todas sus modalidades, muy difícilmente la ciudad va a lograr sobrevivir en el sitio donde estamos. Esto no es para alarmar a nadie, sino para usar la técnica adecuada y poder usar racionalmente el territorio», el entonces alcalde también señaló que, «hemos hecho coordinaciones con el INETER (Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales), y estamos en espera que la aprobada Ley de Aguas, que va a regular el uso del suelo y del agua entre en vigencia»; por su parte la entonces Presidenta de ENACAL, Ruth Herrera fue enfática al afirmar que, «…por primera vez se está haciendo el esfuerzo que debieron haber hecho nuestros antecesores en las distintas responsabilidades que representamos. Si lo hubieran hecho, no estaríamos pegando carreras para preservar los recursos hídricos».

Lo anterior parecía dirigirse a darle vida a una importantísima política pública nacional, impulsada y nunca lograda en la década de los 80, el Ordenamiento Territorial, que trata de los asuntos relativos al uso adecuado del territorio, maximizando sus potenciales, atendiendo sus vulnerabilidades y amenazas, en donde el actor y principal sujeto es la población asentada en el territorio. Pero la amenaza principal a cualquier gestión efectiva que no beneficiara los mezquinos intereses del proyecto dictatorial, estaba destinada a fracasar; para ese entonces ya giraba en torno a la cabeza de Marenco, la velada amenaza que Ortega hiciera al edil, cuando este último criticó a su jefe por usar la sede de la Secretaría del FSLN como despacho para sus funciones gubernamentales, la que fue respondida por Ortega con la popular frase de «zapatero a tus zapatos», y aun cuando Marenco se declaró «zapatero», dejó de gozar del favor de Ortega. No podemos dejar por fuera en esta relación de hechos, las palabras del entonces diputado liberal, hoy reconocido tránsfuga y escudero de Ortega, Wilfredo Navarro Moreira, quien afirmó, «No puede el presidente de todos los nicaragüenses continuar atendiendo en la casa de su partido”.

Si continuamos bajo este tipo de entramado ejecutivo de la administración de la cosa pública, seguiremos construyendo un escenario que nos acercara inexorablemente al colapso ambiental. Está en nuestras manos la construcción de un nuevo modelo que conduzca al país por la senda de la paz, la libertad y la prosperidad.

Ezequiel Molina

Octubre 10, 2022