El obispo auxiliar de Managua, Silvio José Báez, relató en una entrevista al medio español La Gaceta, la difícil decisión de abandonar Nicaragua por amenazas directas del régimen de Daniel Ortega, quien ha intensificado su represión contra opositores y líderes religiosos en el país centroamericano.
Báez, quien llegó a Salamanca invitado por la comunidad carmelita para predicar la novena del Carmen, describió cómo su labor pastoral se convirtió en un obstáculo para el régimen, desencadenando una serie de hostigamientos que culminaron en amenazas de muerte.
“Yo me volví desde el inicio incómodo y una amenaza. A mí no me conocían porque estuve 30 años viviendo fuera de Nicaragua pero poco a poco me fueron conociendo y me fui volviendo un estorbo, un obstáculo. Empezaron los ataques y las acciones contra mí que fueron creciendo”, expresó el obispo.
La situación alcanzó su punto crítico en 2018 durante un levantamiento popular pacífico que fue brutalmente reprimido por el régimen, resultando en cientos de muertes, principalmente jóvenes. La Conferencia Episcopal, incluyendo a Báez, se posicionó del lado de las víctimas, ofreciendo mediación y protección en las iglesias convertidas en refugios improvisados.
“Los obispos nos pusimos de parte de la gente. Abrimos las iglesias para que se convirtieran literalmente en hospitales, en casas de campaña donde metíamos a los heridos y a los enfermos; protegimos a los estudiantes y a los ciudadanos perseguidos y asesinados. Esto hizo que el gobierno enfilara su odio, sus armas y su persecución. En particular, contra mí empezaron amenazas de muerte directamente desde el gobierno a través de sus operadores políticos. Lo que llevó al papa Francisco preocupado por la integridad física de mi persona me pidiera en el año 2019 que abandonara el país”, relató.
La decisión de partir no fue fácil para Báez, quien se había reintegrado a Nicaragua después de tres décadas fuera del país.
“Literalmente me dijo que no quería otro obispo mártir más en Centroamérica. Salí sufriendo muchísimo. Nunca he entendido que haya que salvar al pastor dejando a las ovejas. Y yo nunca hubiera salido de mi país si no por obediencia al Santo Padre. Obedecí dolorosamente tras un largo diálogo con él. No fue un mandato y una obediencia ciega. Fue dialogada, pero al final obedecí”, contó.
Desde su exilio en España, Báez continúa siendo una voz crítica contra el régimen de Ortega, denunciando la persecución continua a la Iglesia y los ataques a la democracia en Nicaragua. “Es una dictadura férrea”, afirmó, describiendo una situación donde la represión ha llevado al exilio a un gran número de ciudadanos y líderes religiosos, incluyendo a dos obispos más.
A pesar de las dificultades, Báez mantiene la esperanza en un futuro mejor para Nicaragua. “Una dictadura tan inhumana y cruel no tiene futuro”, opinó.
“En este momento no se ven soluciones a corto y medio plazo. Evidentemente, una dictadura tan inhumana y tan cruel no tiene futuro, pero no sabemos cuándo acabará. El país se está cayendo a pedazos y el pueblo está sufriendo un calvario. Creo que están entrando en la etapa final y el papel de la Iglesia es dar esperanza y acompañar al dolor del pueblo”, concluyó el obispo.
Silvio José Báez, ahora nacionalizado español debido a la confiscación de su nacionalidad nicaragüense por el régimen, sigue activo en su labor pastoral en Florida, Estados Unidos, mientras sigue de cerca la situación en su amada Nicaragua, donde su corazón permanece.
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