Nicaragua vive una etapa de retroceso en el sistema de salud, afirmó un médico del hospital “San Juan de Dios” de Estelí, quien se encuentra en el exilio y que pidió el anonimato para garantizar la seguridad de su familia que aún está en Nicaragua.
Al igual que él, son muchos los médicos que se han exiliado y ese éxodo, tiene como consecuencia la caída de la calidad en el sistema de salud pública del país. “Ahora tenemos menos médicos en un país que los necesita”, dice el especialista.
A pesar de los esfuerzos que realiza el régimen Ortega Murillo de ocultarlo y publicar constantemente en sus medios de propaganda la remodelación y construcción de nuevos hospitales y la dotación de nuevos equipos, la atención que están recibiendo los nicaragüenses, es de baja calidad, asegura el galeno.
“El Estado no está invirtiendo en medicamentos de calidad y tampoco tienen en cantidades. Los medicamentos esenciales ya están en números bajos y los medicamentos de uso hospitalario están en cero. Lo más grave, es que no hay especialistas, sino médicos generales o muchachos adoctrinados que son enviados a los hospitales sin haber terminado la carrera para hacer bultos, porque nada saben”, le añade el doctor Rodolfo Ibarra, quien laboró por muchos años en el mismo centro hospitalario.
“El material de reposición es otro de los insumos que casi siempre está en cero en los puestos de salud en las comunidades rurales, ya que no son abastecidos. Pero poco se denuncia esto porque el personal de salud, comprometido de verdad con la gente, sería apresada”, lamentó el doctor Ibarra.
Mala atención
Doña Juana María pasó meses esperando una operación que le salvaría su vida. Ella cuenta para este reporte que durante la semana y media que pasó internada en el hospital, escuchó a las enfermeras quejarse de los regaños de superiores que les exigían un uso racional de “guantes desechables, gasas y alcohol” para las curaciones.
La población se queja cada vez más de esta situación. Doña Martha otra ciudadana de Estelí, informó que llegó con una hermana al hospital “San Juan de Dios” buscando atención por una enfermedad respiratoria, pero el médico que la atendió, sin mayores chequeos, le dijo que no era nada grave y la despachó a su casa con indicaciones de “reposo por fatiga”.
Sin embargo, en su casa, la paciente se complicó tanto que tuvo que buscar atención nuevamente y cuando por fin le hicieron los exámenes que debían hacerle antes, le diagnosticaron Neumonía y tenía paralizado un riñón.
“Casi se nos muere”, dice la hermana. “Es lamentable que pasen estas cosas, si hay atención tardía, la gente se muere”, se lamenta.
Doña Martha es testigo de la abundancia de médicos muy jóvenes. “Son como estudiantes de medicina”, dice. En todos los hospitales, los hay en grupos de hasta de cinco y en poco ayudan a los pacientes, se queja.
“Pareciera que están ahí solo para hacer bultos blancos, porque andan con gabachas y coso para medir el corazón, pero de nada sirven porque la gente está ahí, quejándose y ellos como en recreo”, criticó la afectada.
Otro especialista dice que los buenos médicos han renunciado o los han despedido por “revanchismo político”. “Una buena cantidad se ha jubilado y no hay una reposición racional de ese especialista”, se queja. “Hay otra cantidad que se han tenido que exiliar por la represión”, agrega.
Muertes sin claros diagnósticos
Doña Francisca Valdivia, es otra afectada. Ella contó que en marzo pasado acompañó a su madre que estuvo cinco días hospitalizada y a pesar de que no estaba recuperada y sufría de dolores fuertes de estómago, le dieron de alta.
A los días la volvieron a ingresar y estuvo por 12 días. Esta vez le dijeron que padecía de “piedras en la vesícula”, pero que no podían operarla por la situación de riesgo de la paciente que tenía 81 años, un descontrol de electrolitos, alterado el potasio y otros trastornos crónicos propios de su edad.
Contó Valdivia que algunos medicamentos como el calcio y otros analgésicos y medicamentos para el corazón, los compraba por su cuenta. Sin embargo, la ranitidina y la omeprazol, que le aplicaban no tenían ningún efecto en el paciente que se fue complicando cada vez más.
Señaló que le hacían exámenes de sangre todo el día del que nunca le informaban resultados, pasaban visita y nunca podían explicarle exactamente lo que estaba afectando a la paciente y en muchas ocasiones, los médicos le respondieron con agresividad. En junio pasó lo peor. La señora falleció de un paro cardíaco cuando fue enviada a casa.
“Yo siento de que todos somos seres humanos y merecemos respeto y también nosotros como familiar de un enfermo en el hospital necesitamos y tenemos derecho de saber del diagnóstico y la atención médica con nuestros familiares, y pues pese a que siempre estuve pendiente, nunca me informaron nada sobre su diagnóstico”, se lamentó la ciudadana.
En los últimos días, a pesar del miedo de la población, algunos han denunciado las negligencias de parte del personal médico, principalmente en centros asistenciales de la zona norte.
Muchos de los denunciantes, han expuesto sus quejas ante las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa), pero hasta el momento, no ha habido respuesta y las condiciones en los centros médicos no parecen variar.
“De nada sirven buenos hospitales si adentro la gente no halla salud”, señala Ibarra.
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