Melisa Guerrero | Especial para La Mesa Redonda

En conmemoración del Día Internacional de la Paz, el “Festival por la Paz” reunió a diversos artistas nicaragüenses y costarricenses en un emotivo evento cultural celebrado el pasado 21 de septiembre en el restaurante La Gigantona, en Zapote, San José, Costa Rica.

Este festival incluyó presentaciones musicales de alto nivel, el estreno especial del show de ‘La Gigantona’ y ‘El Enano Cabezón’, y la develación de un mural que simboliza la unión cultural entre Nicaragua, Costa Rica, Cuba y Venezuela, promoviendo un mensaje de paz, solidaridad y fraternidad entre las naciones.

Organizado por “Somos Music-Fest” y “Muros de Libertad”, el evento comenzó al mediodía con una vibrante exhibición artística que destacó a reconocidos músicos de la región. Entre los artistas que subieron al escenario estuvieron ‘Cayeto’ (de Ojo de Buey), Ceshia Ubau, Nana Echeverría, Ludwing Gómez, Hugo Villa (de Mentados) y el dúo ‘El Gallopinto’.

Sus presentaciones, una fusión de géneros musicales que iban desde el rock hasta la trova y la música folclórica, resonaron con fuerza entre los asistentes. La diversidad en los estilos reflejaba no solo el talento regional, sino también un espíritu de unión y paz, que fue el eje central de todo el festival.

Show de La Gigantona y El Enano Cabezón

Uno de los momentos más aclamados fue la presentación del grupo “Raíces de Mi Tierra”, quienes estrenaron el show de La Gigantona y El Enano Cabezón, símbolos tradicionales del folclore nicaragüense.

Esta fue la primera vez que se presentaba en Costa Rica, marcando un hito cultural en la conexión entre ambos países. El público, que incluía tanto costarricenses como nicaragüenses residentes, aplaudió con entusiasmo esta representación que destacó el valor de preservar y compartir las tradiciones entre las naciones hermanas.

La figura imponente de La Gigantona y el humor de El Enano Cabezón no solo entretuvieron, sino que también transmitieron un mensaje de resistencia y fortaleza cultural.

Mural “El Bosque de los Sueños: El Gran Vuelo”

El festival también fue el marco para la inauguración del mural titulado “El Bosque de los Sueños: El Gran Vuelo”, una obra creada por artistas cubanos que celebra la riqueza cultural compartida entre Nicaragua, Costa Rica, Cuba y Venezuela.

El mural, lleno de símbolos y colores vibrantes, representa los paisajes, personajes históricos y tradiciones que unen a estas naciones, reforzando la idea de que, a través de la cultura y el arte, se construyen puentes de solidaridad.

La obra ha sido aclamada como un nuevo ícono de la zona de La Gigantona, en Zapote, y promete convertirse en un referente del arte público en Costa Rica.

Además de las expresiones artísticas, el festival fue un espacio para reflexionar sobre la solidaridad entre los países participantes. De manera sutil, los artistas y organizadores hicieron referencia a los desafíos políticos que enfrentan las naciones de la región, reconociendo la importancia de la paz no solo como un concepto abstracto, sino como un objetivo tangible que requiere el esfuerzo conjunto de los pueblos.

Aunque el tono político fue manejado con sutileza, no pasó desapercibido el llamado a la unidad y la resistencia pacífica frente a la adversidad. Los discursos y las canciones hicieron eco de la necesidad de solidaridad en tiempos difíciles, recordando que la paz se construye desde el diálogo, la tolerancia y el respeto mutuo.

En palabras de los organizadores, “El Festival por la Paz no solo busca conmemorar este importante día, sino también unir a nuestros países a través de la música, el arte y la cultura, mostrando que juntos podemos construir un futuro de paz”.

El evento contó con una asistencia de muchas personas que buscaban celebrar, entre las cuales se encontraban representantes de la comunidad cultural, jóvenes y miembros de diversas nacionalidades, consolidándose como uno de los actos culturales más significativos del año.

La combinación de música, arte visual y tradición folclórica no solo sirvió para entretener, sino también para inspirar, llevando un potente mensaje de esperanza, paz y unidad en medio de las realidades complejas que enfrenta la región.

Los organizadores esperan que este festival se convierta en una tradición anual, promoviendo la integración cultural y el diálogo constructivo entre las naciones.