Destacados / Opinión / Ensayos · 12/07/2024

Mi sentir como joven nicaragüense

Esta soy yo, una adolescente común y corriente, nicaragüense, tan nicaragüense como el pinol o como ese cafecito presto que te bebes antes de irte al trabajo con un pan, tan nicaragüense como un nacatamal que te comes con una buena coca bien helada, tan nicaragüense como el volcán Masaya o como el lago Xolotlán o como todo chavalo levantándose a estudiar y escuchar a su papá escuchando Pancho Madrigal.

Que plasma sus ideales y memorias en un pedazo de papel, porque lamentablemente no le es posible plasmarlos con el sonido de su voz sin ser ofendida o apresada por querer gritar “Nicaragua” al son de la mañana con la seguridad de ser apoyada y no callada.

Tenía 6 años cuando por primera vez analice la poesía, los libros nicaragüenses y el amor que a mi país le tengo, y ya teniendo 10 años empecé a escribir, cosa que me apasiona hasta el día de hoy, al principio quise escribir un libro, en el pasado era un sueño, hoy es una vivencia.

Quisiera empezar por el sentimiento de cada nicaragüense, apresado en lo que debería ser su lugar seguro, que tus alas sean cortadas tanto cultural, como de pensamiento y alma, al vernos tan ofuscados por el sentimiento de anhelo de libertad mas no poseerla como cada persona merece, que nuestros sentimientos sean encadenados por corazones podridos creyéndose ley y autoridad de cada uno de nosotros, con el poder de la censura y la opresión. ¿Hasta cuándo nuestras manos seguirán atadas por los seres que se auto denominan mesiánicos sedientos de poder y querer llegar a ser admirados como deidad? ¿Acaso no sentirán el desprecio de la población o es posible que se engañen a sí mismos para sentir el amor que solo ellos sienten hacia ellos mismos?

Recuerdo salir a las calles cuando tenía 12 años, iba en sexto de primaria, con esa camisa que me hacía sofocarme a plenas 12 del mediodía, llegando a mi casa a tirar mi mochila y los zapatos del colegio y quedarme descalza con aquellos calcetines blancos hasta que mi mamá saliera a regañarme y decirme la famosa frase “claro, como vos no lavas los calcetines te vale ensuciarlos” e iba corriendo a ponerme las chinelas porque iba por una percha que tenía en mi ropero a pegarme ¡como dolían esas desgraciadas! sentarme a comer, cuando más calor hacía, es cuando ella hacía sopa de frijoles o sopa de pollo. Recuerdo esos momentos con nostalgia, ya que la situación económica hizo a mi madre abandonar el país. Y así como yo, muchos hijos sin su mamá, muchos esposos sin sus esposas, y muchos familiares sin su familia, porque alguien decidió que la economía estaba en sus manos y decidió robarse el poco dinero que el nicaragüense con el sudor de su frente y aún ganando el salario mínimo pone para el sustento familiar.

Recuerdo el día de las madres, salir donde mi abuelita y ver todas las familias reunidas celebrando con las reinas de la casa, pasando el tiempo, contando anécdotas de cuando la abuelita era bandida y se perdía con el abuelo a subirse a los palos para bajar mangos y hacerlos en ensalada, reírse, beber big colita con picos o aquel tang té helado que se servía en aquellos vasos de plástico que apenas lo ponías vacíos salía volando y corrías a recogerlo porque tu mama te regañaba diciendo que ensuciabas la casa que ya había limpiado. Ahora todo ha cambiado, las casas vacías, sin aquel calor de hogar que se sentía en cada esquina de las calles que pasabas, porque muchas madres ahora lloran por sus hijos, hijos injustamente alejados del amor maternal por el capricho de una persona frustrada y sin amor creyente del odio colectivo hacia personas inocentes.

Ahora que voy creciendo me di cuenta que los paseos en bicicleta eran un privilegio, poder ir con mi bicicleta toda destartalada a la venta por unas tortillas y que a cada pedaleo que daba, la cadena se soltaba y me tenía que ir en la bicicleta con mi prima menor y por ir un día enganchada casi damos a parar al cauce que está frente a mi casa, inseguridad era andar por ahí con el pedal casi zafado por tantas caídas que me pegaba en esa bici. Quien diría que ahora la inseguridad no es una cadena o un pedal zafado, ahora es la zozobra de no saber si al día siguiente pueden llegar a sacarte de tu propia casa por ser “golpista” o meterte preso por publicar que apoyas a tu país en las redes sociales o si quiera no opinar nada sobre la manera en la que vivimos los nicaragüenses todos los días. Inseguridad ahora es no saber si mañana vamos a poder comprar una libra de azúcar o una libra de frijoles para comer o siquiera si vamos a poder tener los tres tiempos de comida en la mesa, inseguridad ahora es andar una pulsera azul y blanco y tener miedo a que te la arrebaten de la mano porque creen que “apoyamos acciones terroristas”, inseguridad no es ahora tener miedo a que no pusiste a descongelar el pollo cuando venía tu mamá a cocinar, inseguridad ahora es siquiera mencionar el nombre de tu país y no el de un partido político.

Cómicamente hablando, ellos creen firmemente dentro de su egocentrismo que son seres superiores, deidades poderosas, tal como era Viracocha, el único dios en sentido de la palabra o como lo era el propio Zeus, el rey de los dioses en la mitología griega, que se considera a menudo como la deidad más fuerte, más no caen de cuentas que no llegan ni a acompañantes de la carreta nagua, sin ofender a la carreta nagua claro, ya que es una leyenda magnifica en nuestra cultura nicaragüense y seria ofender a la propia leyenda.

Que la noche se vuelva más solitaria, por el vacío que causa la ausencia de seguridad y el incremento de una palabra que Nicaragua conoce muy bien a lo largo de su historia, censura.

Era 18 de abril y llegue a mi casa como de costumbre, me encontré con la escena de mi padre frente a aquel televisor de cajón con 100% Noticias en primera plana, con un cigarro en la mano, significado de que estaba ansioso, y cuando escuche aquella frase que aún recuerdo con claridad “le están robando a los pobres viejitos lo del INNS, ya estoy ahogado de tanta cosa que pasa” a lo que yo respondí, “no es sorpresa, se aprovechan de todos los que, un día confiaron en el”. Sabia que esto no era de hoy, se venía arrastrando desde hace muchos años.

Quien diría que ya 6 años han pasado desde ese año, que nunca le demostró al gobierno ni en un solo momento que teníamos miedo, pero al contrario, que teníamos fuerza y lo más importante, amor a la patria. Y debido a eso, agarraron la única arma que han portado desde hace mucho tiempo, la ignorancia y la censura.

Lo que vienen haciendo desde hace años al pueblo nicaragüense no solo demuestra miedo, sino le reafirma al pueblo que son ellos los que no saben cómo manejar la inteligencia, y la quieren reprimir con adoctrinamiento.

Que les han inyectado el concepto de socialismo y comunismo como significado de robar, no sé qué diccionario leyeron si es que saben leer, pero creo que no leímos el mismo.

Nicaragüenses legítimos sabemos amar a nuestra patria, y defenderla, y a como mis padres siempre me han enseñado y mi país me enseñó a ser: En todo amar y servir.

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