Destacados / Opinión / Ensayos · 21/08/2024

Ortega-Murillo

Males de familia

El clan paramatriarcal que destruye al país, alimentado por el delirio de la arrogancia, el poder absoluto y el imperio del delito, mientras fractura a la familia nicaragüense, asesinando, apresando y reprimiendo, pero también convirtiendo al país en una región de rechazo demográfico, principalmente del bono demográfico, expulsando a centenares de miles de habitantes, sin fecha de retorno. Es la familia que cree ser el modelo inspirador, designado por alguna divinidad que ha depositado su corona en manos de la predestinada pareja dictatorial; son el tótem nacional, que controla el bien y el mal, asigna riquezas o pauperiza progresivamente, determina el grado de libertad, o la cesión de autonomía de cada habitante, sin importar edad, creencia, estado civil o ascendencia étnica. Hasta ahora, los menos afectados por los abusos, crímenes y demás tropelías de la pretendida paradigmática familia, son quienes pertenecen a la cúspide del quintil poblacional más acaudalado, es decir, la reducidísima élite que da muestras de satisfacción con la perseverancia centenaria de una estructura económica basada en el extractivismo, la cleptocracia y el entreguismo. Pareciera que la hipótesis de la implosión del sandinismo se disminuye, ante la perversa alianza entre los privilegiados financieros de viejo cuño y los renovados operadores de nuevas y viejas modalidades de la ilicitud ilimitada.

Mientras tanto, los tarotistas de los órganos económicos mundiales, basan sus evaluaciones y predicciones socioeconómicas en indicadores macroeconómicos que muestran una relación costo-beneficio decididamente amañada a favor de quienes manipulan las fibras conductoras del anquilosado modelo pro oligárquico, ignorando deliberadamente la vida microeconómica de la gran mayoría de familias nicaragüenses, condenadas a la inmovilidad social. Por ello, la dinástica familia en ciernes, ejecuta de la mano de sus jefes financieros, la reedición de medidas, ajustes y políticas económicas dictadas desde la fracasada penumbra del Consenso de Washington y el Ajuste Estructural, mismo que la clase política -sin apellido- abrazó con vehemencia en la década de los 90.

La evidencia empírica y la deriva histórica de corruptas, conflictivas y explosivas situaciones, edificadas sobre la base de intereses dinásticos y prácticas mafiosas, muestran desenlaces inesperados, violentos o sangrientos, o peor aún, la combinación de todos ellos. Por ahora, la pareja dictatorial sigue su inexorable rumbo hacia la apertura o ampliación de sus  espacios de conflicto: la reestructuración inconsulta de áreas sensibles del alto mando del Ejército Sandinista, la profundización de las medidas represivas contra la iglesia católica, el afianzamiento del entreguismo con China y Rusia, el virtual exterminio de las organizaciones sin fines de lucro a través de la proscripción y confiscación de sus bienes, la eliminación de miles de empleos en el aparato estatal, las sostenidas medidas fiscales que ahogan al micro, pequeño y mediano empresario, y la constante represión que amenaza con encarcelar, por decir lo menos, a cualquiera que se atreva a criticar al régimen.

El sentido común indica que se aproximan días de cambio, el escenario nacional e internacional se complejiza, y no necesariamente a favor de los inquilinos de El Carmen y sus más feroces operadores; los expertos mencionan una y otra vez, que la erosión de los pilares que sostienen a la dictadura provocarán inevitablemente su caída, y que el derrumbe dictatorial se aproxima día a día; en ese contexto debe señalarse que el pueblo nicaragüense cumple, y sigue cumpliendo su parte para derrocar a la dictadura, en consecuencia, eso nos hace volver la mirada hacia la oposición profesional en el exilio, y articular las preguntas de siempre: ¿cuándo la unidad?, ¿y la agenda común?, ¿y la propuesta de país?

Ezequiel Molina | Cientista social, ex catedrático universitario, geógrafo, consultor interorganizacional en temas socioeconómicos y Gestión Integrada de Riesgos e investigador sociocultural.

Agosto 21, 2024