Opinión / Ensayos · 23/01/2024

Ortega desenfrenado

Desafortunadamente nuestros cálculos sobre la profundización de la represión dictatorial contra la ciudadanía y especialmente contra la iglesia católica, fueron conservadores; la dictadura ha emprendido una verdadera cruzada contra todo aquello que represente el más mínimo peligro para cumplir su cometido: control ciudadano absoluto, cero tolerancia con las ideas que propugnen libertad o democracia, regulación de toda actividad económica mayor, y vigilancia a tiempo completo de los sacerdotes en todas las parroquias del país.

Nicaragua es una inmensa cárcel, los residentes en el país sufren toda clase de abusos, y el mayor problema es que la ecuación de la lógica dictatorial apunta a que la costumbre se convierta en norma, y de ahí el camino a la domesticación, sea cuestión de tiempo. Se sabe de la ampliación de la red de espionaje dirigida por órganos de inteligencia rusa radicados en el país, a través de radares y otros dispositivos electrónicos, que pretende penetrar las redes sociales y otros medios de comunicación con fines de control ciudadano, lo que constituye una amenaza para la raquítica libertad de expresión existente.            

La educación pública, en todos sus niveles, actúa como un agente indoctrinador, que justifica el modus operandi de la familia dictatorial y promueve una percepción de sempiternidad de la misma, las obras de infraestructura pública se promocionan como producto del esfuerzo de la mafiosa familia, sin alertar al público contribuyente que la deuda externa supera los 15 mil millones de dólares; el país está en venta, las concesiones mineras aumentan exponencialmente, la explotación de los recursos maderables pretende heredar tierra arrasada, y la desatención generalizada a la problemática ambiental es moneda común.

El destierro reciente de los religiosos, usado como mercancía de cambio por la dictadura, ya generó réditos para los perpetradores de ese crimen de lesa humanidad, todos los sacerdotes católicos en Nicaragua están bajo vigilancia permanente, y sus respectivas iglesias son su casa por cárcel; no debe asombrarnos, si los futuros nombramientos de obispos y otros cargos eclesiásticos sean filtrados por los delincuentes de El Carmen.

Pero no todo es la fiebre rosa que los sátrapas pretenden eternizar; la resistencia ciudadana, activamente silenciosa y potencialmente explosiva, la incesante espiral inflacionaria, y el inevitable enfrentamiento entre la dictadura y los intereses del gran capital y la empresa privada en general, no pintan un escenario de tranquilidad y dominio absoluto para la dictadura en el mediano plazo, si a eso añadimos el escenario de aislamiento dictatorial en la arena política y diplomática internacional, la tozudez de institucionalizar la captación de ingresos ilícitos a través del tráfico de migrantes en su camino hacia Estados Unidos, el cada vez más evidente tráfico de drogas y lavado de activos, que cuenta con el apoyo de las criminales organizaciones de defensa y seguridad al servicio del orteguismo, son entre otros, factores que auguran un complicado desempeño del emprendimiento dinástico familiar. El inexorable paso del tiempo lo dirá.

Ezequiel Molina

Enero 23, 2024