Cultura · 08/03/2022

Para no volver a pecar

Helen Cristina Medina Bertrand | Somoto, Madriz, Nicaragua

Oda a Salomé

Nada más placentero que un bulbul que gorjea,
mujer-ninfa adornada con un clavel,
canta dulce, fuerte silva:
de su belleza única, encantadora y cruel.

Danza al son de la cítara,
flabelos soplan vientos eróticos,
rojea la fina copa de vino,
los prefectos lujurian a la doncella.

Bella por fuera, brutal por dentro.
Entre sus cándidas y armoniosas formas
de gacela en celo, se alza el obscuro sentimiento
de arpía y basilisco que serpentea

lista para expeler su toxina maligna.
Calla para siempre el pecado
y hace rodar la cabeza del santo
ante la lujuriosa multitud que grita y agita.

Suspiró el justo con canto en labios.
fue escuchado en el cielo,
los ángeles alzan vuelo
y Némesis corta el cuello de la bella.

Para no resurgir,
para no renacer,
para no volver a pecar,
para ser siempre bella-fatal.

Apacible

Es simple nuestro amor:
sin estruendos ni barullos;
como uno de esos cielos de zinc,
adornados con garzas morenas
y alguna que otra cigarra
impertinente.

Distancia

Tu allá y yo aquí,
tanta distancia y despojo.
Enfurecida de amor
alcé mis alas de Ícaro
para encontrarte,
pero Helios soberbio,
celoso e infame,
enrojecido me desplomó.