Dr. Leonel Arguello Yrigoyen, médico especialista en Epidemiología.
Si encuentro un caracol Africano Gigante, en primer lugar, debemos reconocer que es un caracol bonito pero peligroso y en segundo lugar aprender de este exótico molusco invasor, que está entre las cien especies más dañinas del mundo y que puede transmitir una gran cantidad de parásitos a través de su baba.
Su presencia no solo amenaza la flora y especies nativas del país, sino también que es un riesgo para los humanos, pues acarrea un parásito pulmonar de las ratas (Angiostrongylus cantonensis), responsable de enfermedades graves como la meningitis o inflamación de las capas que recubren el cerebro y otras afectaciones al sistema nervioso central, que se produce cuando las personas se contagian al llevarse las manos a la boca, después de tener contacto con su baba, así como por la ingestión de frutas y verduras contaminadas por su secreción.
En México y en Suramérica ya tenemos circulando el Caracol Africano Gigante, y en Centroamérica es posible que ya esté, porque fue trasladado a diferentes partes del mundo por coleccionistas y entusiastas de su reproducción para el consumo, así como a través de vehículos, plantas, superficies y cajas de cosechas donde se adhiere fácilmente.
El caracol gigante africano, de movimiento lento, es originario del este de Kenia y Tanzania, ahora se encuentran en muchos lugares del mundo, mide 20,32 cm de largo y 12,70 cm de diámetro, es hermafrodita o sea no requiere macho para poner sus 1,200 huevos al año, consume más de 500 tipos de plantas, vegetales, frutas, algas, hongos, plantas ornamentales y buscan calcio hasta en la pintura y el estuco (fino) de las casas, con una sobrevivencia de 10 años. En períodos secos cavan túneles en la tierra, donde pueden permanecer protegidos hasta un año o más. Se puede combatir con veneno de caracoles y también eliminando las ratas, cuyas heces con gusanos se las come el caracol.
La enfermedad en el ser humano se manifiesta con dolor de cabeza, fiebre y malestar general con una serie de manifestaciones neurológicas, que causan que las personas no funcionen bien, ya que la larva invade el cerebro, pero también afecta al ojo y se asocia a inflamación, visión borrosa y pérdida de la agudeza visual.
Para sospechar de la enfermedad, se debe haber tenido un contacto con el caracol o un consumo de frutas o vegetales u otros, de lugares donde se encuentra este caracol. El diagnóstico de laboratorio no es fácil.
El tratamiento es para el dolor y la inflamación, el uso de antiparasitarios no está indicado.
La prevención de las infecciones es educar a las personas, que residen o viajan a áreas donde se encuentra el parásito, sobre no ingerir caracoles crudos o poco cocidos, camarones de agua dulce, cangrejos terrestres, ranas y lagartos, vegetales o jugo de vegetales potencialmente contaminados. Se recomienda lavarse bien las manos y los utensilios de cocina después de preparar caracoles. Las verduras deben lavarse a fondo si se comen crudas.
Si ves uno, ni lo toques ni te lo comas, avisa a las autoridades agrícolas o de salud y si lo tocas, lávate inmediatamente las manos con agua y jabón, y consultas con tu médico. Cuida siempre tu salud y la de los tuyos.