Opinión / Ensayos · 16/06/2022

Rodolfo Hernández planea instaurar un gabinete paralelo de empresarios

*Por Will Freeman | Candidato a doctor en ciencias políticas por la Universidad de Princeton.

Rodolfo Hernández, el ingeniero civil y millonario de 77 años que este domingo 19 buscará ser presidente de Colombia en la segunda vuelta, es un outsider de la política. Así se ha definido y así lo demostrarían su forma de decir las cosas de frente y su desconocimiento pleno de cómo funcionan varias instituciones del Estado.

Su sorpresivo pase a la segunda vuelta, y las encuestas que lo muestran en empate técnico con el candidato izquierdista Gustavo Petro, muestran que un gran sector de los colombianos ama el estilo rupturista del supuesto outsider. Y que ve en el populista del centro político la posibilidad real de combatir la politiquería y la corrupción.

Entrevisté a Hernández en febrero, antes de que se convirtiera en uno de los políticos más populares de Colombia. La semana pasada regresé al país para entrevistar a su círculo íntimo, buscando entender qué permanece y qué ha cambiado en quien puede convertirse en el próximo presidente. Mi conclusión: Hernández dejó de ser el outsider que sigue cautivando a los colombianos.

Su candidatura dio un giro y ahora representa un continuismo encubierto, que no es tanto político —aunque el uribismo, que gobernó Colombia por dos décadas, ha pedido votar por Hernández—sino empresarial.

Hernández se acercó a las élites económicas al mismo tiempo que lanzó su exitosa campaña en redes sociales. Detrás de las cámaras, y de forma paralela, comenzó a hacer campaña entre grupos empresariales.

Así me lo confirmó en una entrevista Germán Calle, un empresario que forma parte del círculo íntimo de Hernández y quien lo ha acompañado desde casi el inicio de su campaña. Me dijo que, desde por lo menos inicios de 2021, Hernández sostuvo reuniones privadas —coordinadas por Calle— con “muchos de los empresarios más ricos de Colombia”, en las cuales hubo representantes de los gremios más importantes del país.

Inicialmente, me dijo, los asistentes no tomaron en serio a la candidatura de Hernández. Pero la situación cambió cuando comenzó a crecer en las encuestas previo a la primera vuelta electoral.

Le pregunté a Calle si estas conversaciones habían influido en la forma de pensar de Hernández sobre su eventual gobierno y sus políticas. Me dijo que sí y agregó —aunque ya sea obvio— que Rodolfo es un hombre que “no sabe de todo”, y que los empresarios le dieron consejos sobre cómo manejar varios sectores de la economía. Con el tiempo, Hernández y los asistentes de las reuniones generaron una confianza mutua. Según Calle, “ya los empresarios empezaban a sentir una persona que sí le iba dar juego a los empresarios y no a los políticos. Empezaron a rodearlo”.

No solo eso. Actualmente, Hernández está en pleno proceso de formar un “comité de empresarios», lo cual confirmé en entrevistas con Calle, el estratega político Ángel Beccassino y Marelen Castillo, la aspirante vicepresidencial que acompaña la candidatura de Hernández.

Este comité, integrado según Calle por nueve representantes elegidos por los gremios principales del país y liderado por un “coordinador”, tendrá funciones de asesoría en un eventual gobierno de Hernández. También contará con una línea directa con el presidente, según los tres entrevistados. A su vez, agregó Calle, los integrantes tendrán el poder de vigilar a entidades públicas, supuestamente con el objetivo de prevenir prácticas corruptas, y promover políticas que favorezcan la productividad del sector privado.

Calle me explicó que los miembros del comité actuarán como intermediarios entre empresas privadas y entidades reguladoras del Estado, para evitar que esas entidades demoren en dar permisos o pidan sobornos a su cambio.

Le pregunté si el comité funcionaría como un gabinete paralelo. “Sí, exacto”, respondió. “Va a ser un gobierno mucho más empresarial que político”. Marelen Castillo me dijo posteriormente que solo tendrá funciones de asesoría.

Beccassino añadió que el comité aconsejará a Hernández de manera directa: “Lo que pretende hacer (Hernández) es tener un grupo de confianza en cada sector que le ayude a tomar decisiones”. Y dijo que “en el caso de los empresarios, él ya ha hablado para la formación de esto (del comité). Ya hay acuerdos”. Ante mi pregunta de cuáles empresarios serían exactamente, no obtuve respuesta.

Según las tres fuentes, la fórmula para elegir a los integrantes del comité al interior de los gremios aún está por definir. Me dijeron que confían ampliamente en que los empresarios que formarán parte del comité, sean quienes sean, ejercerán sus funciones de asesoría y control con integridad y sin interés propio alguno.

Aun asumiendo que esta iniciativa tiene las mejores intenciones —lo que es mucho viniendo de un candidato con una investigación activa por corrupción—, la duda es si este “gabinete paralelo” puede adquirir un poder superlativo en su gobierno, por fuera de la institucionalidad democrática.

En primer lugar, por el hecho de que Hernández ha dado señales de nombrar un gabinete con poca experiencia política y lleno de otros outsiders. Si a la vez él delega control al comité empresarial, existe la posibilidad que este adquiera demasiado poder. Y no solo sobre los ministros, sino también sobre el mismo presidente. “Él (Hernández) piensa que algunas de las cosas las tiene que hacer de manera personal”, me dijo Beccassino. “Pero tiene la pretensión de no estar todo el tiempo en Bogotá. A él le gusta estar en su finca (de Piedecuesta)”. ¿Mientras Hernández está en su finca, este comité no podría convertirse en un gobierno de facto?

En segundo lugar, por la gran autoconfianza que tiene Hernández. En la entrevista que le hice en febrero, me dijo sobre la corrupción en el sector privado: “Si gano la presidencia, como al parecer va a ser, y hay actos de corrupción, llamo a los contratistas y a los implicados para decirles: ‘Miren lo que hicieron, toca corregir’. Y eso en público, con cámaras de televisión y en todas las redes. Creo que eso se corrige con relativa facilidad”. Supongo que piensa que asegurar que los integrantes del comité no se aprovecharán de sus roles como intermediarios será fácil siendo presidente, lo cual cuesta creer.

Tercero, a Hernández le obsesiona reducir los gastos del Estado por medio de la eliminación de sobrecostos en los contratos y la ampliación de competencia en las licitaciones. Pero queda poco claro lo que opina sobre la cooptación del Estado por intereses privados, una forma de corrupción que no necesariamente implica el robo del dinero público como tal, pero sí varias otras formas de obtener beneficios personales y la toma de decisiones sesgadas por grupos de interés, sin la participación de la ciudadanía. ¿No corre ese riesgo el comité?

Ganar elecciones jugando solo, como un verdadero outsider, no es fácil. Y menos en Colombia. Para avanzar hasta el final, tanto Petro como Hernández han pactado con sectores del establishmenten el caso de Petro, con actores de la política tradicional señalados por corrupción; y en el de Hernández, con poderosos intereses empresariales. Gane quien gane, el nuevo presidente gobernará en equipo. La gran pregunta entonces es: ¿cuál gobierno será más accesible de fiscalizar? Fiscalizar un comité empresarial por afuera de la institucionalidad democrática no será nada fácil.

*Tomado de The Washington Post