Opinión / Ensayos · 02/01/2021

También será año duro en Nicaragua

*Sergio Simpson

Habrá elecciones en noviembre, a menos que, antes, la mayoría de nicas decida una sublevación cívica para evitar matanza. No más muertos, ni presos, ni dolores, ni historias heroicas de crueldad.

El paro nacional podría ser la opción, aun cuando desgaste más la economía del pobre nica, con las remesas de exiliados se podría continuar la lucha. El modelo de gobierno, más bien, causa repudio en quienes piensan una realidad superior.

Daniel Ortega no está dispuesto a perder las votaciones. En su mente no existe la posibilidad de adherirse a la voluntad de la mayoría. No ha superado el método político devenido de la colonización.

Obtener o sostener el poder en un país de mayoría empobrecida ha sido producto de la sangre de miles de nicaragüenses fanatizados guerreros arengados para el combate y defender al señor que manda, al caudillo, general o comandante.

Igual han muerto, o sufrido cárcel y tortura, aquellos convencidos de que debería construirse la democracia, erradicar de una vez el sistema feudal militar, la opresión y represión, la ignorancia y la miseria.

Y seguirán muriendo nicaragüenses, porque no hay estado de derecho, y aunque haya carreteras, edificios, cantinas y fiestas públicas, y se diviertan, en el pensamiento del nica su libertad jamás ha sido doblegada.

Los nicas son rebeldes, se hastían de la barbarie a la cual son sometidos. Es demasiado aguantar en el gobierno a personas que no responden a las demandas del pueblo, de la mayoría que anhela gobernabilidad.

Por eso este año será fuerte la golpiza que darán los uniformados, como ha sido. Quienes gobiernan temen perder sus bienes materiales, hay muchos millones de dólares en cuentas de directivos y socios en el Frente Sandinista.

El otro miedo es que sean presentados ante tribunal internacional. La fiera acorralada es más peligrosa, recuerdo me decía el abuelo racionalista: “Lo menos que puede hacer alguien en el borde del abismo, como se encuentra el presidente, es resistirse a sucumbir, si se doblega, entre su séquito o socios puede aparecer una daga certera.”

Entonces, si el gobierno acorrala al pueblo y quiere mantenerlo bajo la bota militar, también esa cantidad de gente se transforma en fieras para defender sus derechos humanos, su derecho a vivir en paz y progresar.

Pero, la familia presidencial sigue encañonando a miles de personas que no desean a los Ortega Murillo como presidentes y ministros, atropella a quienes proponen un país con justicia social, honestidad en la administración del Estado.

Patrullas militares con hasta treinta hombres armados acorralan a opositores cívicos en las calles y habitaciones, violando derechos del activista.

En el país hay miles de personas que sienten correr peligro porque se encuentran amenazadas junto a familiares.

En Nicaragua hay más de cien presos políticos. Los gobernantes no dejarán de atacar “a subversivos”.