Opinión / Ensayos · 28/02/2024

Un país en fuga

La imparable escalada de precios de alimentos y servicios, la excesiva carga fiscal, más la extorsiva y represiva presencia pública policial, se complementan con la permanente amenaza de pasar a la cesantía sin posibilidades de recibir las compensaciones de ley, ni volver a la fuerza laboral activa; todo ello forma parte del deprimido escenario que toca vivir al ciudadano promedio que lucha por permanecer en la Nicaragua actual. Y ojalá ese fuera el top de los problemas, pero no, también hay que añadir la autocensura que todos deben imponerse ante la posibilidad de ser denunciado ante el órgano policial, el cual está en la cúspide de un sistema de justicia que actúa fuera del marco legal establecido, y es que la dictadura ha establecido un lenguaje de lo políticamente correcto, que todos deben aprender a fuerza de evitar un llamado de atención policial, o de un comisario político que potencialmente podría conducir a la cárcel, sin posibilidad de defensa. Esta metodología ha sido efectiva, hasta ahora, para imponer un estado policiaco a la medida de los vendepatrias que tiranizan el país.

La masiva fuga de ciudadanos en edad productiva, educados y formados en el país, constituye un problema para empresas de todo tipo que a diario sufren la pérdida de personal calificado, quienes optan por abandonar el país en busca de mejores condiciones de vida, lo cual incluye, entre otros, algunos aspectos esenciales para toda persona: un ingreso monetario adecuado y estable, un margen de libertad aceptable, y la posibilidad de movilidad social ascendente.

Se estima que un diez por ciento de la población ha abandonado el país, y sondeos recientes muestran que al menos la mitad de la población residente está dispuesta a emigrar. La pérdida de capital humano, el evidente deterioro de la calidad de la educación y la imposición de políticas laborales alejadas de la realidad socioeconómica de los trabajadores, auguran un panorama sumamente complicado para el desempeño económico del país a mediano plazo.

Por otro lado, el soporte económico a la dictadura brindado por el ciclo estimulante de las remesas del exterior en la economía interna tiene un efecto limitado, ya que el dinero proveniente de las mismas sólo opera en el primer ciclo de circulación económica, léase consumo, sin trascender a la fase de producción, la que constituye un proceso de creación de valor nuevo a través de la fuerza de trabajo sobre los medios de producción, es decir, las remesas son un factor de alivio para satisfacer las necesidades básicas de quienes las reciben y no para reproducir riqueza a través de actividades productivas permanentes y crecientes.

Las condiciones descritas difícilmente estimularán un flujo de inversión extranjera relevante, tampoco la inversión de los grupos económicos nacionales proyecta un crecimiento importante; la inversión en actividades extractivas, principalmente minería es una de las pocas que se perfila con inversiones crecientes, pero el costo ambiental y social supera ampliamente sus beneficios. La fragilidad de las condiciones políticas internas e internacionales seguirán siendo la moneda al aire para la permanencia de la dictadura.

Ezequiel Molina

Febrero 28, 2024