Opinión / Ensayos · 21/12/2023

¿A dónde vamos a parar?

La invasión rusa a Ucrania, la masacre de civiles en el conflicto israelí-palestino, los peligrosos juegos de guerra de Kim Jong-un y sus vecinos, la grotesca manipulación de millones de migrantes de parte de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua en asociatividad con la administración Biden y la complicidad de López Obrador, la severidad de la política anti inmigrante de la Unión Europea, y el impune comportamiento delictivo de prominentes políticos, Trump, quien dirigió el asalto al Capitolio desconociendo su derrota electoral, y es además un reconocido evasor de impuestos, el presidente Biden, que bloquea el proceso investigativo de coimas rusas y chinas recibidas por su hijo, mientras él era vicepresidente de Obama, y sospechoso facilitador de los ilícitos, y para cerrar ese mapeo, concluimos con el último (¿?) acto delictuoso de la saliente vice presidenta argentina, quién dejó las oficinas que ocupó hasta el 9 de diciembre, en una literalmente, “tierra arrasada”. Dicho esto, ¿qué podemos decir de los políticos, sus instrumentos y sus resultados? Que cada quien elabore sus conclusiones, o mejor aún, busque sus propios parámetros para llegar a una conclusión.

El título de este artículo no es otro que una popular balada de Marco Antonio Solís (https://www.youtube.com/watch?v=vbufwMLhreg), que nos ubica en la acera opuesta de los desmanes, la manipulación, el enriquecimiento ilícito y otros crímenes mayores perpetrados con impunidad e inmunidad, por ese grupo de personas a quienes se les encomienda la difícil y sacrificada tarea de servir a los demás, y a la que ellos se ofrecen hipócritamente con particular abnegación. Pero, la pregunta del encabezado, no sólo va dirigida a quienes hoy nos conducen de manera directa a la debacle socioeconómica y moral, apunta también a empresarios, banqueros, religiosos, políticos en la oposición y todo ciudadano que deliberadamente evada la responsabilidad de responder con entereza a su muy personal, ¿a dónde vamos a parar?  Todo este desfile oropélico y sus saltimbanquis, vibran en las cuerdas de la fragilidad extrema, eso es un indicativo infalible del final del acto. Apuremos ese final, no sea que la carpa tome fuego.

Ezequiel Molina

Diciembre 21, 2023