Opinión / Ensayos · 15/08/2022

Cohesión Social

El agotamiento del modelo neofascista impuesto por los vestigios del sandinismo, en poder de la pareja dictatorial, ha tocado fondo, y si no la ha hecho, está muy próximo a alcanzarlo; ésta afirmación puede parecer una frase esperanzadora, para una sociedad que en silencio soporta los desmanes del régimen, pero debemos repetir hasta la saciedad que no se trata de una predicción con un horizonte de tiempo, se trata de una visión franca y pragmática sobre el accionar de una banda delincuencial, que trata a todas luces de mostrar fuerza frente a un creciente vacío de poder, que no tiene retroceso, y eso los dictadorzuelos lo saben; por eso el atropello sin medida a la iglesia católica, el cierre indiscriminado de todo medio de comunicación que demuestre algún carácter de independencia y objetividad, la ilegalización de todo tipo de organizaciones de la sociedad civil dedicadas a llenar el vacío de las responsabilidades del Estado, la criminalización del trabajo profesional de periodistas y una cada vez más sistemática y dirigida represión de los cuerpos de seguridad y otros agentes, hacia cualquier expresión o acción que disienta del oficialismo.

Desde la derrota del sandinismo en 1989, hasta 2006, la relativa paz social, la frágil democracia y un limitado modelo de libertad económica, logró sobrevivir a pesar de una corrupta clase política y una voraz oligarquía económica, que siguiendo el recetario del Ajuste Estructural nos introdujeron en un avasallante modelo de economía global basado en una competitividad creciente y una drástica reducción del Estado; a estas, y otras complejas condicionantes, se sumó el permanente asedio del sandinismo, que desde la oposición, y haciendo uso de los espacios legales de lucha política y el uso de la violencia como arma de presión y extorsión, culminaron con una serie de concesiones otorgadas por la administración de Arnoldo Alemán al sandinismo, conocidas como El Pacto, las que allanaron el camino para que en 2007 Ortega retornará al poder, quien prometiendo «el oro y el moro», logró seducir el voto mayoritario, en lo que pudiera definirse como el escarmiento político colectivo más grande de la historia de Nicaragua.  

Soslayar los errores cometidos en el pasado puede convertirse en la posibilidad de volver a repetirlos, sin embargo no deben atarnos en nuestro accionar futuro, por eso hoy llamamos la atención sobre un concepto que abarca una serie de elementos que pueden ser claves en el período post conflicto que se avecina: Cohesión Social, que no es un concepto nuevo, Wikipedia la define como, «el grado de consenso de los miembros de un grupo social en la percepción de pertenencia a un proyecto o situación común”; mientras la Estrategia del Consejo de Europa, define dicho término como “la capacidad de una sociedad para asegurar el bienestar de todos sus miembros, minimizar las disparidades y evitar la polarización: una sociedad cohesionada es una comunidad de apoyo mutuo compuesta por individuos libres que persiguen estos objetivos comunes por medios democráticos”.

De acuerdo a las definiciones anteriores, la Cohesión Social abarca la percepción comunitaria e individual de pertenencia a una colectividad con problemas e intereses comunes, los que podrán ser superados o alcanzados mediante una sólida identidad, que puede lograrse a través de la construcción de una democracia plena y ampliamente participativa, que construya puentes de confianza entre la ciudadanía y quienes pretendan convertirse en servidores públicos, sea por elección popular, en el caso de los cargos políticos, o por méritos profesionales, cuando se trate de funcionarios públicos; un modelo económico incluyente, equitativo y ajustado a la dinámica económica global, que rompa los desequilibrios territoriales de toda índole, que elimine toda expresión discriminativa, considerando a la persona como el eje central de toda acción pública, respetando su cultura, sus derechos elementales y sus propias opciones de desarrollo; y un modelo de justicia que respete el principio de igualdad, sin sesgo alguno.

La Cohesión Social podría perfilarse como uno de los mecanismos centrales para enfrentar los más importantes rezagos, comunes en la región latinoamericana, y particularmente enraizados en Nicaragua; altos índices de pobreza, elevada concentración del ingreso, discriminación ciudadana basada en etnias, territorialidad, preferencias políticas y género, y una clase política constructora de un modelo político recurrentemente dictatorial, polarizante, elitario, corrupto y enemigo del relevo generacional. El apuntalamiento de la Cohesión Social a través de un esmerado esquema de Políticas Públicas, puede rendir frutos visibles en un corto plazo en aquellos aspectos perentorios de la sociedad e ir sentando las bases para aquellos temas que, aunque apremiantes, requieran de mayor análisis para lograr una efectividad plena.

Los organismos internacionales, los centros de pensamiento y consultores individuales, basados en el exterior, dedicados al estudio y aplicación de medidas que enfrenten los retos planteados a sociedades, que como la nuestra, requieren posicionarse rápidamente en la senda de la paz, el desarrollo y la justicia social, estarán dispuestos a cooperar con la construcción de nuevas oportunidades, pero también nuestros especialistas nacionales deben estar dispuestos a aceptar esa tan necesaria cooperación, apuntando a una ejecución práctica basada en nuestra cultura, potencial geoespacial y perspectivas a futuro. La dictadura nos quiere arrastrar en su lucha de sobrevivencia diaria, nosotros estamos viendo a futuro. 

Ezequiel Molina.

Agosto 14, 2022.