Opinión / Ensayos · 25/07/2023

El gran Yico Sánchez

Era la parte final de mil novecientos sesenta. Noviembre y los chavalos y chavalas ansiosas de culminar el año escolar en la escuela pública “San Martin” de Jinotepe y Superior de Varones en Diriamba.

La salida estrepitosa, propia de estudiantes de primaria, cuatro de la tarde y al fondo sonaron los primeros “cohetes”, – “es parte de la Gritería” dijera mi Santa Madre, Anita Portocarrero, le creí. Pero los “cohetes” seguían escuchándose y las voces del pueblo como reguero de pólvora corrieron por todo Carazo.

¡Se están tomando el cuartel de Jinotepe! Fue el grito pueblerino. Mozalbetes, fusil en mano disparando por un mejor porvenir, los hermanos Rosales, Carmen quien me “chineó”, Herty Lewites hijo de don Sol y hermano de Israel, y por supuesto el conspirador permanente contra los Somozas, Yico Sánchez. El Gran Yico.

El hombre chele, grandote, corpulento, excelente en el debate, el Parque Central jinotepino es testigo de ello. Amigos de todos los que se daban cita al parque, platicas recurrentes, quería, Yico, cambiar el sistema. Se adelantaba a Ricardo Morales Avilés quien etiquetó el ideario de “que no se trata de cambiar un presidente, sino de cambiar un sistema”.

Yico Sánchez es privilegiado de la vida. Ha mirado cambios y también ha enfrentado con estoicismo las consabidas decepciones de las cuales no estoy al margen. No por jinotepino, sino por ser coincidente con este hombre que pudo haber sido mi padre y que bien me hubiese sentido de tener un papá con las cualidades morales, éticas llenas de valentía patria. ¡Ah Yico!, como olvidarte hombre de mil batallas.

Los “cohetes” continuaron y la realidad se esparció. Muchos de esos “cohetes” estaban siendo disparados por Lila Aguilar y Auxiliadora Parrales valientes mujeres que por las tardes jinotepinas llenas de bruma y olor a café disfrutaban con mi madre las pláticas cotidianas. Un tema no se abordó: La toma de los Cuarteles de Jinotepe y Diriamba.

Cinco de la tarde del once de noviembre del año referido y el coronel Rodolfo Dorn y teniente Vélez, ambos guardias nacionales al frente del comando jinotepino, capitularon ante la embestida inesperada de los inquietos “muchachos”. Estos últimos escribían una hermosa página en la historia de lucha política revolucionaria en mi país. Nos estaban brindando un hermoso ejemplo que jamás se desprendió de mi mente. Luego me llegó el turno. No me lo podía perder. Tampoco Yico se lo perdió.

Ese once de noviembre cayó Somoza en Jinotepe y Diriamba y miramos guardias muertos, ensangrentados y nos enteramos que también a los que se consideran superpoderosos –Supermán- también le entraban las balas.

Su finca, la de Yico Sánchez, a escasos minutos del corazón jinotepino sirvió de cuna a decenas y decenas de combatientes sandinistas que se llegaban a entrenar a esa escuelita clandestina. Muchos y muchas del auténtico FSLN pasaron por ese sitio.

Aquí está Yico. Enfermo, pero está entre nosotros aún, lo disfrutamos, lo admiramos, lo respetamos y ese faro debe ser guía de las actuales y futuras generaciones para no doblegarse ante el poder omnímodo, déspota e inhumano.

Julio Rocha Idiáquez, Rafael López-Rafaelito negro-, César López-El Manudo- Mundo, Fernando y Emiliano Chamorro al igual que otros diriambinos también participaron de esta gesta del once de noviembre de mil novecientos sesenta. Aun no tenía Nicaragua los dolores del parto del FSLN del cual nos hemos sentido orgullosos de haber engrosado sus filas en su oportunidad con la mística que nos brindaron aquellos hombres y mujeres que dieron sus vidas por la liberación nacional.

Hombres del temple de Yico Sánchez. Nos enseñaron la senda, la ruta, el camino, los recovecos y al final surgió un 19 de julio de 1979. Lo demás ya lo conocemos y estamos como que comenzamos. Solo que en esta ocasión con más experiencia, menos románticos, más pragmáticos y con la conciencia tranquila de no haberle robado a este pueblo un solo pedazo de tierra, incluso la que tengo en el Cementerio Jinotepino la compré legalmente a la Alcaldía. Tengo mi título.

Estos son los valores que hemos aprendido de Yico Sánchez que hoy le visitamos, le abrazamos y le decimos con sumo respeto: Hermano, te queremos, te agradecemos y reconocemos el camino que nos señalaste no solo con las palabras del Parque Central de Jinotepe, sino con tus acciones que inyectaron de coraje a los auténticos sandinistas que dieron la cara por este pueblo ante el oprobio somocista hace ya varias décadas.

Hoy continuamos caminando porque aún no hemos llegado a la meta deseada. Pero estoy convencido que llegaremos. ¡Salud Yico! los que te estimamos te saludamos con el amor de hermano.

Henry Briceño Portocarrero

San Rafael del Sur

Julio 11 del 2014

Fotos: Memorias Sandinistas (Mónica Baltodano)