Opinión / Ensayos · 13/12/2023

El simbolismo del pueblo triunfó

* Guiomar Haydee Praslin Dormus | Abogada nicaragüense.

El simbolismo como corriente cultural del siglo XIX como su nombre lo indica refleja las emociones y percepciones con que el artista trata de expresar una realidad oculta, cuestionar la decadencia o expresar descontento a través del uso de símbolos.

En estos tiempos modernos el marketing es un área donde el simbolismo es bien aprovechado para impactar en las emociones del potencial cliente y lograr conexión con una necesidad o crearla. Tan usual entonces que sea usado para llegar a las grandes masas.

La política obviamente no es ajena a las estratagemas del marketing y, por ende, del simbolismo; por lo cual la política nicaragüense también ha experimentado el uso excesivo y marcado de la simbología a raíz de la llegada el poder de Daniel Ortega en el 2007 al asirse a este por segunda vez. Empezaron a aparecer imágenes de la Virgen Inmaculada Concepción en puntos estratégicos de Managua. Los colores chillantes llamativos a nuestra vista, mega rótulos con la foto del “comandante”, frases como “Nicaragua cristiana, socialista y solidaria”, “arriba los pobres del mundo”, “el pueblo presidente” comenzaron a resonar en nuestros oídos. Erigieron grandes armatostes de hierro 140 en total, con el costo de 30.000 dólares cada uno y casi 20 metros de altura denominadas “árboles de luz”. Estos son parte de algunos usos de la simbología donde se combinó fe religiosa, pensamiento filosófico, acervo cultural y misticismo. La propia “compañera” hasta la fecha, usa un revoltijo donde la vestimenta, ornamentos y estilo son parte de la expresión simbólica. Expresión simbólica que el pueblo 16 años después lo relaciona con maldad, brujería, muerte, violación, delito y toda clase de actos negativos propios del ámbito del libre albedrio del ser humano.  

Ha habido momentos álgidos donde la simbología tan fuertemente ha marcado un actuar, modo de hablar, forma de vestir, ademanes y mensajes o discursos a nivel de funcionarios públicos, alcaldías y personajes de la esfera política de la dictadura donde es imposible desvincular las palabras “el comandante y la compañera” a cualquier expresión verbal, escrita o pictórica. Todos estos creando hartazgo en el ánimo popular e incluso sujeto a la picardía del pueblo.

A raíz de la rebelión pacífica de abril del 2018, el pueblo nicaragüense de manera inconsciente más que objetiva ha dado una batalla contra el simbolismo dictatorial de los Ortega-Murillo y a los colores chillantes el azul y blanco ha sobrepuesto, algunas “arbolatas o chayolatas” como fueron bautizadas fueron incluso derribadas simbolizando victoria y alegría del pueblo. Las frases de amor, cristiandad y solidaridad fueron realmente desenmascaradas por las palabras, puchitos, chingastes, vandálicos, hijos de perra y otra cantidad de epítetos que forman parte del diario discurso de odio con que la pareja dictatorial se refieren a quienes les adversan. El pueblo presidente al que se refería el dictador en sus discursos se rebeló y el régimen lo ha hecho víctima de todo tipo de violación a sus derechos humanos.

En esta última fase de resistencia el pueblo ha derrotado el simbolismo dictatorial con cada expresión surgida de la cultura, a través de la poesía, la música, a través de cada logro profesional desde el exilio, con cada premio que ha ganado cada ilustre nicaragüense indistintamente del área donde se ha destacado. Y con los cuáles se ha exaltado y exacerbado el nacionalismo, la nicaraguanidad, la identidad popular con la que un pueblo patentiza cuáles son sus actuales valores, aspiraciones y decisiones. Frases como ¿cuál es la ruta?, “ni perdón, ni olvido” marcan estos tres últimos elementos; el uso de la bandera con el escudo al revés nos simboliza resistencia y petición de ayuda; vestimenta y accesorios con los símbolos y colores nacionales constituyen moda; referirse a una persona como vandálica o puchito es una muestra de cariño y respeto.

Y así desde la percepción, ha sido evidente el golpe que el simbolismo usado por la dictadura ha recibido y los hemos visto violentamente descolocados con cada manifestación alegórica que involucra resistencia y rechazo popular a su régimen. La última ha sido no poder detener la celebración espontánea del pueblo ante la elección de Sheynnis Palacios como Miss Universo, lo que fue tildado como “golpismo destructivo” conllevando amenaza contra la expresión popular, impensable fue entonces que artistas pudieran pintar un mural en su honor en Estelí. Por su parte, Sheynnis hizo un perfecto uso del simbolismo con la apropiación de colores, frases y atuendos representativos de nuestra identidad nacional.

Y hemos atestiguado desde el descontento manifiesto como se usa cada tribuna para denunciar y culpabilizar a la dictadura por sus horrendos crímenes de lesa humanidad cometidos contra un pueblo inocente e indefenso; el discurso con que Gioconda Belli en ocasión de agradecer su premio Reina Sofía de Poesía es una expresión que no desperdicia en simbolismo rebelde e inspirador.

Ahora no hay colores, frases, religiosidad, ni misticismos manoseados; el pueblo ha logrado derrotar el simbolismo perverso y ha instaurado los propios y los de siempre. El nacionalismo ha sido reivindicado y reinstalado; el azul y blanco son colores que unen en nicaraguanidad; las comidas típicas han cobrado preferencia, las celebraciones religiosas son realizadas dentro de las parroquias para no permitir intervención oficiosa y la devoción y el amor patrio ha reflorecido en una sociedad encauzada a resistir y no desistir; la dictadura perdió la batalla del simbolismo.