Opinión / Ensayos · 12/04/2023

En Nicaragua… vivir no es vivir

Estallan morteros e irrumpen el sueño de la madrugada. Música estridente de “Chicheros” (filarmónicos) acompañan estos tristes amaneceres. La “Diana” es encabezada por dos patrullas de la guardia orteguista seguida de paramilitares en motos que no cesan de hacer sonar los pitos. Todo dirigido por alcaldes orteguistas. No celebran ninguna ocasión. Es hacer sentir a la dictadura criminal antes que el sol ilumine los poblados de la nación nicaragüense.

Más tarde los psicodélicos parques de ferias convertidos en centros de propaganda de ortega y murillo bailan al son de las mismas canciones, los mismos discursos, la retórica de siempre…” el imperialismo, la soberanía, vamos de victoria en victoria…” y al final de la mañana los ediles cierran el show con el infaltable estribillo “como dice el comandante y la compañera Rosario…” ellos no dicen nada porque no tienen ya el sentido mínimo ni siquiera de pensar.

Por la tarde las calles de los pueblos son invadidas de toros rumbo a las barreras (redondeles). En esos sitios el licor y otras sustancias que alegran a los parroquianos es consumida ante la vista indiferente de una guardia cuya misión es permitir que “el pueblo se divierta sanamente”.  El circo es indetenible. El tiempo pasa y la dictadura criminal sigue haciendo de las suyas. Al otro extremo la represión continúa sin que nadie detenga esta espiral de violencia.

Por las noches son los parques remozados los que exhiben sus mejores afiches aludiendo al criminal dictador y comparsa no menos asesina. La música infaltable, el baile y las cervezas en latas lanzadas desde tarima rojinegra. Abajo el pueblo, confundido bebe, se divierte, pero tras de esa ilusa diversión sufre la constante de esta trágica situación. El pan y circo continúa mientras Nicaragua es destrozada por un par de enfermos mentales.

Rosario Peralta Guadamuz

Algún lugar del mundo.