Opinión / Ensayos · 28/11/2023

Hedonismo global, local e individual

Las sanciones a Venezuela se hundieron en un mar de petróleo, el embargo a Cuba es un remedo, y de Nicaragua ni hablemos, que a lo sumo las pérdidas más significativas son las cancelaciones de visa estadounidense a altos personeros de la dictadura sandinista, que han visto conculcado su “derecho” de mostrar a sus vástagos a Minnie y Mickey “en persona”, o ir de compras a 5ta. Avenida o a Rodeo Drive, o quizás jugar unos despreciables dólares en el Strip de Las Vegas.

Pero nuestro tema no es ilustrar el culto, entre patético e hipócrita, que los antiimperialistas locales le rinden a los “enemigos de la humanidad” y sus símbolos más alienantes, más bien es resaltar el intrínseco sentimiento de hedonismo que todos, o casi todos, cargamos como seres humanos; las sanciones y condenas a la dictadura, europeas, estadounidenses, suizas, japoneses y de otras nacionalidades, no han tenido un efecto práctico frente a la fortaleza represiva de la dictadura, sus desmanes contra el orden jurídico interno e internacional, el agresivo, ofensivo y amenazante discurso proferido contra nacionales y extranjeros y el servilismo a ultranza del sandinismo neoliberal con sus patrocinadores de promesas: Rusia, China e Irán.

Bastó una reunión en La Habana entre oficiales operativos de la Agencia de Seguridad Nacional y burócratas del Departamento de Estado, con altos cargos de la dictadura militar cubana, para que el flujo de migrantes hacia Nicaragua se minimizara; fue suficiente la palabra de Maduro, avalada por la administración Biden, de prometer elecciones libres, para que las petroleras se abalanzaran a firmar nuevos contratos de suministro con PDVSA, y de paso reducir su envío de migrantes a Estados Unidos vía Nicaragua; la dictadura Ortega-Murillo, sin prometer nada, logra como rebote de esos acuerdos, que las sanciones de la Unión Europea se “suavicen” (¿?), mientras los agentes del Fondo Monetario Internacional aprueban su gestión económica. Todo ello evidencia que el principal socio comercial de los sandinistas neoliberales se mueve por intereses, por mantener su frontera sur en condiciones manejables frente al creciente flujo migratorio irregular, por mantener sus reservas petroleras intocables, y aunque Nicaragua no juegue ningún papel estratégico o clave en esa conflictividad, se beneficia de ese juego cumpliendo el triste papel de cómplice necesario.

En un plano local, ¿recuerdan las listas de negocios de sapos?, instando a no comprarles por su complicidad o afecto con la dictadura, ¿y los apagones programados?, ¿o sonar las bocinas de los autos?, todo ello pasó, se acabó; es más, los llamados a la unidad de la oposición desaparecieron. Las remesas dinamizan la economía, el programa de Estados Unidos para que nos larguemos del país sigue vigente, la dictadura nos construye estadios de primer mundo, realiza concursos de innovadores para repartir unos centavos entre creadores de maravillas desconocidas, e instala altares de culto a la religiosidad, mientras prohíbe los rezos públicos a la Virgen María y el martirologio de monseñor Álvarez parece no tener término.

La dictadura vive su momento, pero sabe que su fragilidad es extrema e impredecible, arremete contra los trabajadores, borrando conquistas y reduciendo la planilla estatal, porque sus posibilidades de tomar parte de las ganancias de sus agazapados socios del gran capital son básicamente nulas, pero ese momento también llegará y los resultados podrían complicar su estadía en el poder. El narcotráfico, el blanqueo de capitales, las ilegales exportaciones de oro, los lucrativos crímenes ambientales y otras actividades ilícitas y de alta rentabilidad, son por naturaleza sumamente inestables y hasta peligrosas. La calma de las aguas no es garantía de que no habrá otra tormenta, eso lo saben los inquilinos de El Carmen.

Ezequiel Molina

Noviembre 28, 2023