Memoria · 12/09/2020

La guerra centroamericana contra los filibusteros – Bonifacio Miranda

Después del fusilamiento del general Ponciano Corral hubo un corto periodo de calma en Nicaragua, que Walker utilizó hábilmente para fortalecer su ejército, evitando un enfrentamiento militar prematuro con sus enemigos de la región, era consciente que no podía ni debía librar una guerra en varios frentes al mismo tiempo.

Reacomodos en los Gobiernos de Centroamérica

El Pacto de Masaya originó un profuso intercambio de notas diplomáticas entre los Gobiernos conservadores de Centroamérica, todos se preparaban para la inevitable guerra contra los filibusteros.

En octubre de 1855, el Gobierno del general Trinidad Cabañas fue derrocado por las tropas del general Rafael Carrera, entonces presidente vitalicio de Guatemala. Después de tres nombramientos interinos, finalmente el 17 de febrero de 1856 el general José Santos Guardiola, enemigo jurado de Walker, tomó las riendas del Gobierno de Honduras

Cuando se produjo el Pacto de Masaya, existía un gobierno liberal en El Salvador encabezado por el presidente José María San Martín, quien quería mantener relaciones de buena amistad con el Gobierno de Patricio Rivas. No obstante, la situación cambió el 12 de febrero de 1856, cuando Rafael Campo fue elegido presidente, manifestando sus simpatías a favor de los legitimistas nicaragüenses. Para el primer trimestre de 1856, casi todos los Gobiernos de Centroamérica son conservadores y están firmemente convencidos del peligro que representaban las tropas filibusteras que se habían apoderado de Nicaragua.

La batalla de Santa Rosa

Los primeros que comprendieron el peligro de guerra inminente, que significaba la consolidación del poder de William Walker, fueron los gobernantes de Costa Rica. Aunque no existía unanimidad de criterios, la facción del presidente Juan Rafael Mora se impuso y se movió en un doble objetivo: defensa de su soberanía y expansión territorial a costa de la debilitada Nicaragua. Necesitaban mantener acceso al Río San Juan como vía de exportación de sus productos, pero además temía, con justificada razón, que Walker enarbolase la bandera del nacionalismo nicaragüense e intentase recuperar los territorios de Nicoya y Guanacaste que fueron anexados temporalmente a Costa Rica, en el corto periodo de existencia la República Federal de Centroamérica.

Decidieron no correr riesgos y tomaron audaces acciones unilaterales, sin consultar al resto de Gobiernos de Centroamérica. El 1 de marzo de 1856, mas de 3500 soldados iniciaron su marcha desde San José hacia la frontera con Nicaragua, al mando del general José Joaquín Mora, hermano del presidente. Walker envió al coronel Lois Schlessinger, militar de carrera de nacionalidad húngara, con alrededor de 300 soldados para garantizar el control de la zona fronteriza, con el objetivo estratégico de proteger la vital ruta del tránsito.

El primer combate se produjo en la Hacienda Santa Rosa, provincia de Guanacaste. Las tropas filibusteras fueron derrotadas. Los costarricenses permanecieron en Liberia hasta el 28 de marzo, y después reanudaron su marcha hacia Nicaragua. Los Gobiernos de Guatemala y El Salvador se mantuvieran expectantes.

La segunda batalla de Rivas

Walker tenía a su ejército en los alrededores de la ciudad de Rivas, esperando el ingreso de tropas costarricenses. Alerta y preocupado de un posible primer ataque de las tropas guatemaltecas y salvadoreñas en occidente, hizo una maniobra: embarcó a sus tropas en La Virgen y abandonó Rivas. El 8 de abril la ciudad cayó en manos de las tropas costarricenses sin disparar un tiro. Al parecer, los planes de Walker eran obligar a las tropas costarricenses a adentrarse en territorio nicaragüense, alejándose de su retaguardia y de sus líneas de abastecimiento. En una maniobra envolvente, habiendo verificado que no había ataque en el occidente, Walker concentró nuevamente a sus 600 soldados y por el inesperado camino de San Jorge penetró y atacó la ciudad de Rivas.

Logró avanzar hasta la plaza central pero no pudo tomar la ciudad, las tropas costarricenses eran superiores en número, dotadas de poderosos fusiles Minié, con mayor alcance que la fusilería de los filibusteros. Antes de retirarse, Walker tiró los cadáveres a los pozos para contaminar sus aguas. En pocos días, obtuvo el resultado esperado: una peste de cólera atacó al victorioso Ejército costarricense, obligándolo a replegarse.

Un ataque conjunto de los Ejércitos centroamericanos hubiese permitido aplastar al ejercito filibustero en Rivas, en abril de 1856, pero esta vital coordinación no se produjo. El vicepresidente de Costa Rica, Francisco Oreamuno se quejó amargamente: “Dónde están, pues, los Ejércitos de Guatemala, de El Salvador y Honduras que debían cooperar activa y simultáneamente a la grande obra de exterminar el filibusterismo de Centroamérica y redimir de él al Estado de Nicaragua? ¿En dónde están los valientes y denodados nicaragüenses que solo aguardaban el más pequeño apoyo de Costa Rica para sacudir el yugo ominoso que los oprimía?

La movilización de los ejércitos de Guatemala y El Salvador

El 5 de mayo de 1856, un primer contingente de 800 soldados guatemaltecos al mando del general Mariano Paredes, solicitó permiso para pasar por territorio salvadoreño, rumbo a Nicaragua. Rafael Carrera lanzó una proclama alertando que “unos pocos extranjeros, procedentes de California, se apoderaron de aquella Republica (Nicaragua), aprovechándose del agotamiento que habían producido la discordia y una prolongada lucha intestina”.

Al terminar la segunda batalla de Rivas y habiéndose retirado las tropas costarricenses, Walker movilizó el grueso de sus tropas hacia León, ante el inminente peligro que representaba los Ejércitos de El Salvador y Guatemala. Walker, el que había tomado la inexpugnable Granada, fue recibido como héroe por los leoneses.

La ruptura de Patricio Rivas con William Walker

En marzo de 1856, Patricio Rivas trasladó la sede del Gobierno de Granada a León. El Pacto de Masaya contemplaba que el Gobierno de Patricio Rivas duraría cuatro meses, por ello Rivas convocó a elecciones generales conforme los procedimientos de la Constitución de 1838, pero bajo la situación de guerra era prácticamente imposible desarrollarlas.

En ese mismo periodo, el Gobierno salvadoreño le pidió a Patricio Rivas que rompiera vínculos con Walker, pero este se negó. Walker comprendió que Rivas era un aliado inestable, y le pidió la renuncia el 5 de junio de 1856. Ante la negativa de este, Walker intentó convencer a los líderes leoneses para nombrar otro presidente. Máximo Jerez reaccionó indignado. Incluso, hubo intentos de asesinar a Walker, pero la conspiración no prosperó. Las tropas de Walker tomaron el control de León, obligando a huir al gabinete de Patricio Rivas, quienes se refugiaron en Chinandega. Walker, arrogándose todos los poderes, el 21 de junio de 1856 nombró al colaboracionista Fermín Ferrer como “presidente provisorio de la república”. El 25 de junio Patricio Rivas destituyó a William Walker como jefe del Ejército, pero ya era muy tarde.

Walker su autonombra presidente

Habiendo creado otro Gobierno títere con Ferrer, Walker regresó a Granada y utilizó la convocatoria de elecciones que hizo Patricio Rivas para incluirse en la lista de candidatos. En medio del caos, con elecciones ficticias, Ferrer proclamó a William Walker como presidente electo, quien tomó posesión del cargo el 12 de julio de 1856.

Los primeros decretos del usurpador William Walker estuvieron destinados a reorganizar el aparato del Estado, estableciendo el inglés como otro idioma oficial, y estableciendo el castigo de las confiscaciones de bienes para sus enemigos. Walker continuó recibiendo refuerzos de hombres y armas a través de la ruta del tránsito, preparándose para la guerra con los Ejércitos centroamericanos

El Pacto Tripartito

Los Gobiernos del norte de Centroamérica estaban esperando impacientes un cambio en la situación interna de Nicaragua, y este se produjo con la ruptura entre Patricio Rivas y William Walker.

Los Gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras suscribieron, el 18 de julio de 1856, un Pacto Tripartito por medio del cual reconocieron a Patricio Rivas como “presidente provisorio” comprometiéndose a auxiliarlo eficazmente con el objetivo de liberar a Nicaragua de los “usurpadores extranjeros”.

Los estados contratantes se comprometen a mediar e interponerse para que cese en Nicaragua toda división interior, y para que se dirija el esfuerzo común a arrojar a los usurpadores extranjeros”. Al mismo tiempo invitaron al Gobierno de Costa Rica a adherirse a la unión establecida, quienes tenían sus propios planes.