Opinión / Ensayos · 05/06/2023

Los Compra Aplausos de Nicaragua

“Lo que el talento no da, el dinero no lo compra”

*Por Roger Alfredo Martínez.

En esta frase resumo de manera concisa la realidad que muchos intentan ignorar. Por más dinero que se tenga, no se puede adquirir o reemplazar el talento genuino. El talento es algo innato, una habilidad o destreza especial que se desarrolla y perfecciona con el tiempo y la dedicación.

A través de la historia, las personas con habilidades excepcionales en diversos campos han sido elogiadas y reconocidas por su destreza y dedicación. Sin embargo, en el mundo actual y en Nicaragua en particular, resalto una paradoja peculiar: una familia cuyos miembros carecen de un talento excepcional, pero gracias a una fortuna que irónicamente no ha sido amasada por algún talento particular, intentan venderse como personas talentosas, buscando la admiración y los aplausos de los demás.

En esta familia, el dinero fluye abundantemente, pero el talento genuino brilla por su ausencia. Cada miembro se esfuerza en aparentar habilidades y aptitudes que no poseen. A través de dadivas y favores, tratan de conseguir el reconocimiento y la aclamación que solo el verdadero talento puede otorgar.

Uno de los miembros de esta familia puede ser un aspirante a cantante que se presenta en algunos escenarios, pero cuya voz no impresiona de manera asombrosa. A pesar de esto, contrata a los mejores músicos y utiliza su influencia para asegurarse de que el público y los críticos siempre le brinden una ovación.

Lo mismo sucede con otra que pretende ser modista de talla mundial pero sus cachivaches no se ven en escaparates de tiendas exclusivas ni mucho menos llegan jets privados de magnates llevando a sus esposas a comprar lo que se exhibió en «la semana de la moda» del Olof palme. El dinero puede comprar la aclamación momentánea, pero no puede tapar la mediocridad.

Otro miembro puede ser un supuesto prodigio de la música, la reencarnación de alguien llamado héroe nacional, pero no se le conoce una sola canción que sea icono de su género ni mucho menos posea galardones discos de oro, platino o siquiera de latón. Aquellos que realmente entienden y aprecian el arte saben distinguir entre un auténtico músico y una simple baratija que toca la tecla de un piano y suspira ennotado.

Esta familia también puede tener miembros que se hacen pasar por empresarios de la comunicación, pero en realidad, solo aprovechan su riqueza mal habida para adquirir forzadamente medios con credibilidad y trayectoria, llegan y como no aportan verdadero valor ni creatividad, la audiencia se diluye como las intenciones de tales individuos de ser reconocidos como llenos de genialidades.

Pero que se puede esperar si la madre dícese ser poeta, decime ¿qué obra publicada se ha vuelto universal en las letras castellanas cuando ni sus simpatizantes le han leído? y del padre ni hablemos, todo quiso ser y nunca nada fue, periodista, abogado, guerrillero, presidente, estadista y comandante, pero, ¿qué comandó? lo que sí pudo hacer bien fue todo el mal que pudo contra Nicaragua.

¿Qué pieza artística supone un éxito tal que soporte la riqueza que poseen? ¿Qué libro, que disco, que colección de moda, que película, que conciertos masivos, que opera? ¿Qué? decime, ¿qué han producido consiguiendo regalías billonarias?

La triste realidad es que, a pesar de sus esfuerzos por engañar al público y comprar aplausos, esta familia siempre estará condenada a vivir en la sombra del talento verdadero. La falsedad, la mediocridad y la falta de autenticidad están ahí descubiertas, y los aplausos que tanto anhelan se convierten en silencio y desprecio cuando dan la vuelta.

Por cierto, no he mencionado nombre de esta familia para evitar evidenciarlos, pero como dijo un verdadero escritor mexicano, José Agustín en su novela de 1972, «La tumba» -cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.