*Por Voces en Libertad
Doña Justina era la madre del profesor Carlos Erick López, asesinado durante las protestas de Monimbó. Desde el asesinato de su hijo, su salud se quebrantó, pero nunca dejó de pedir castigo para los responsables.
Una madre de Niquinohomo, falleció sin poder obtener justicia por el asesinato de su hijo en el contexto de la represión estatal iniciada en abril de 2018. Se trata de doña Justina Isabel López, quien ni en su último suspiro de vida, se cansó de exigir que los responsables de la muerte de su hijo, Carlos Erick López López de 23 años, pagaran por quitarle la vida.
Entre lágrimas, doña Justina siempre expresó con mucho dolor la pérdida de su hijo, quien murió luchando desde una trinchera en Monimbó, cuando una bala le atravesó el pecho la medianoche del 4 de junio de 2018, día en que la población fue atacada por policías y paramilitares.
Ese día, el profesor de la escuela rural Rubén Darío de Niquinohomo, antes de partir a apoyar la lucha en Masaya, tuvo unos minutos para despedir de su hoy fallecida madre.
“Él se despidió de mí, me dijo: ´madre, si muero será por una causa´, me pidió un beso, me dijo que me amaba, ´se lo digo ahora que estoy con vida´, como si presentía su muerte”, recordó la madre en una última entrevista.
“Le truncaron sus sueños, mi hijo era un hombre responsable en su trabajo y con su familia, era un buen hijo, buen padre, buen amigo y buen nicaragüense. Yo quiero justicia”, había dicho la madre.
“Asesinato la afectó mucho”
Alejandro Moraga, compañero de lucha de López, explicó desde el exilio, que desde la muerte de su hijo, doña Justina se vino deteriorando en su salud, hasta fallecer. Sin embargo, asegura que ella nunca dejó de participar en las actividades cívicas junto a las madres de asesinados.
“Su familia me dijo que estaba bastante enferma, sin embargo, es lamentable que no tuvo justicia. Ella fue luchadora e incansable para que los culpables pagaran por los crímenes de lesa humanidad”, comentó Moraga.
Doña Justina fue enterrada esta mañana en el cementerio de Niquinohomo, donde hace más de cuatro años, enterraron a su hijo, en medio de la conmoción, lágrimas y protesta de la población.