El Centro Transdisciplinario de Centroamérica (CETCAM), publicó este lunes su boletín Perspectivas 177, en el cual revela una profunda crisis en el círculo de poder del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, que se evidencia en la escalada de represión que incluye purgas severas de altos funcionarios y una persecución sin precedentes contra la Iglesia católica en Nicaragua.

“En las semanas más recientes, el círculo de poder en Nicaragua se ha visto sacudido hasta los cimientos por las purgas de altos funcionarios públicos y que ya han tocado incluso a oficiales de primera línea en el ejército. Los expulsados del círculo de lealtades han recibido un tratamiento humillante cuando no han sido enviados a la cárcel acusados de corrupción”, reza el informe de CETCAM.

A este remezón, se suma el despido de decenas de trabajadores estatales después que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo anunciaran la compactación y reestructuración del aparato estatal.

“Al terror y la incertidumbre en el círculo de poder y las instituciones públicas se agrega una nueva escalada del régimen en contra de las organizaciones sociales e iglesias con cancelaciones masivas de personerías jurídicas, confiscaciones y nuevos ataques”, añade.

Purgas en el círculo de poder

El boletín de CETCAM destaca que, las purgas en la dictadura han afectado a altos funcionarios, oficiales militares y de policía, así como a magistrados y jueces.

La magnitud de estas purgas ha sido tal que numerosos funcionarios han sido destituidos, humillados o encarcelados bajo acusaciones de corrupción. La situación ha generado un clima de miedo y desconfianza entre aquellos que aún se mantienen en el poder, quienes temen ser los próximos en caer en desgracia.

La reestructuración del aparato estatal, anunciada por el régimen, ha llevado al despido masivo de trabajadores estatales y al reforzamiento de la lealtad hacia el régimen.

Esta compactación es vista como un paso hacia la consolidación del poder de Rosario Murillo, quien, a medida que Ortega se debilita, está fortaleciendo su control sobre el partido.

“Las purgas se enmarcan en un proceso de transferencia de poder, la llamada sucesión dinástica, en el que Ortega se debilita y Murillo, que ya controla los hilos del gobierno, aumenta su propio poder. Murillo sabe que sectores importantes del círculo de poder la rechazan, por eso está moldeando su propio anillo de lealtades para cuando asuma explícitamente el mando ante una eventual salida de Ortega. Para eso es indispensable controlar todo el aparato estatal y el partido”, indica el boletín.

Represión contra la Iglesia católica

La persecución religiosa ha alcanzado niveles alarmantes desde 2018. Según el informe de CETCAM, más de 270 sacerdotes y obispos han sido encarcelados, desterrados o forzados al exilio.

Además, el régimen ha cerrado más de 20 medios de comunicación de la Iglesia y ha ocupado o cerrado numerosas instituciones educativas religiosas. Este ataque integral no solo busca silenciar a la Iglesia, sino también desacreditar su influencia y autoridad en la sociedad.

El régimen Ortega-Murillo, en su intento de eliminar cualquier crítica, ha lanzado campañas de calumnias contra la Iglesia. La dictadura, al sentirse amenazada por la autoridad eclesiástica, ha intensificado su represión en un esfuerzo por eliminar cualquier voz disidente.

“Los Ortega-Murillo se creen ungidos de Dios. La dictadura necesita desacreditar y neutralizar a cualquiera que desde su investidura eclesiástica ostente ante sus fieles la autoridad legítima para desmentir esta pretensión”, anota.

Estrategia del destierro

CETCAM añade que la dictadura ha recurrido al destierro como una herramienta sistemática para deshacerse de opositores y críticos.

El 5 de septiembre, 135 prisioneros políticos fueron excarcelados y enviados a Guatemala, siguiendo una práctica que ya se había utilizado en febrero de 2023 con la liberación de 222 prisioneros hacia Estados Unidos. Estos destierros, que incluyen a líderes políticos, periodistas y defensores de derechos humanos, se han convertido en una táctica brutal del régimen para silenciar a la oposición.

“Los destierros se han convertido en una práctica cruel y recurrente de los Ortega-Murillo para deshacerse de las personas que públicamente se atreven a desafiar al régimen. Una práctica claramente violatoria de derechos humanos y marca una escala excepcional de violencia política”, señala el informe.

A pesar de estas liberaciones, aún persisten en las cárceles nicaragüenses prisioneros políticos, como el líder miskitu Brooklyn Rivera y la diputada Nancy Henríquez, quienes enfrentan condiciones extremas.

CETCAM subraya que es indispensable “sostener e incrementar las presiones de la oposición nicaragüense y la comunidad internacional hasta lograr su libertad”.