Es realmente desafortunado gastar energías para demostrar lo que está, o estuvo, a la vista pública, pero tratándose de ex servidores públicos es casi un deber ciudadano compartir algunas consideraciones que retraten al ex funcionario, más a sabiendas si éste probablemente está interesado en regresar a la función pública, o desarrollar influencias que le faciliten cualquier gestión vinculada a las funciones del Estado, una vez derrotada la dictadura Ortega-Murillo.
Los miembros del partido sandinista que pertenecen al grupo de ex servidores públicos de la década de los 80, es bastante numeroso, y entre ellos existe un selecto grupo que voló por las alturas de carteras ministeriales, cargos diplomáticos, élites militares y de policía, y organizaciones de espionaje, así como también controló la función pública “desde arriba”, a través de las Comisarías Políticas que funcionaron en tres escalas administrativas territoriales: regional, departamental y municipal. Pero eso es historia pasada, hoy estamos de cara al futuro.
El cuasi octogenario magnate y ex primer jefe, del hoy “renovado” Ejército Popular Sandinista, Humberto Ortega, ha publicado sus reflexiones sobre el futuro de la humanidad, y poseído por su extendida posición nicaragua-centrista, expone que, “En este contexto de forcejeo entre las grandes potencias, Nicaragua está más expuesta a una acción quirúrgica, relámpago por parte del gobierno norteamericano en caso lo considere imprescindible”; la mayoría de nicaragüenses que queremos ver lejos del poder a Ortega, su familia, sus allegados y sus cómplices, interpretamos alegremente, que el ex general se refiere a una operación comando, al mejor estilo de Hollywood o Bollywood, que “extraiga” a Ortega y los residentes de El Carmen. Es definitivo, el general tiene su propio guión de una película llamada Nicaragua.
Pero hay voces que enaltecen, sin el menor rubor, las declaraciones del retirado general, ignorando su pasado vinculado a crímenes de lesa humanidad, delitos económicos, enriquecimiento ilícito y otras acusaciones a las que no ha respondido; personajes como la señora Mónica Baltodano, se encargan de reforzar las premoniciones del ex general, con afirmaciones, utilizando modelos de análisis anclados en la Guerra Fría, basados en la positividad de la intervención del bloque soviético y la perversidad de la intervención yanqui, “… se obvia que, en los años 80, lo que se libró fue una feroz guerra contra un ejército cuasi regular, con apoyo del Gobierno de Ronald Reagan, quien se propuso tempranamente terminar con la Revolución”. También el “borrón y cuenta nueva” es parte medular del planteamiento de la señora Baltodano al afirmar, “nadie quiere nuevas guerras ni confrontaciones fratricidas, las nuevas generaciones apuestan por la salida cívica y pacífica”, obviando la necesidad imperante de la construcción de un modelo de Justicia Transicional que se ajuste a las complejidades de los períodos post dictaduras (1979, 1990 y actual).
Dista mucho el ex general de las cualidades que le perfilen como el salvador de Nicaragua, y es errática la apologética de la señora Baltodano al reafirmar las palabras del ex militar, cuando plantea que el Estado corrupto y parasitario que se ha instalado en Nicaragua, está sostenido con “una médula del poder dogmática”, como si se tratara de un grupo de extremistas ideologizados, y no de una organización criminal que se ha posicionado en el poder.
Todos tenemos derecho a luchar contra la dictadura sandinista, pero no hay derecho que asista la reinserción de cadáveres políticos de un pasado ominoso. No se trata, señora Baltodano, de venganzas, ni guerras fratricidas. Se trata de justicia. Simplemente.
Ezequiel Molina
Mayo 21, 2024