*Juan Sebastián Chamorro
A propósito de la formación del Bloque Centro Derecha dentro de la Concertación Democrática Nicaragüense se ha generado un debate sobre si cabe en este momento hablar de ideologías.
Un argumento en contra de hablar de ideologías gira alrededor de que el dictador Ortega es el enemigo a derrotar mediante la unión de todos, por la vía cívica y pacífica, enarbolando la Bandera de Nicaragua. En esto estamos de acuerdo plenamente. El argumento sigue, sin embargo y sin mayores explicaciones, que no es el momento de hablar de esas cosas que nos diferencian ideológicamente. Que las ideologías son accesorias e innecesarias en este momento.
Me ha sorprendido la reacción negativa de que exista dentro de la Concertación Democrática Nicaragüense un bloque de centroderecha, a la cual pertenezco. En los últimos días, la decisión ha sido catalogada de falaz, sectaria y peor aún maniquea. Es decir que nos elevamos moralmente cómo buenos los que somos de centroderecha y catalogamos cómo malos a quienes no piensan igual. Respeto a muchos amigos y colegas de lucha de la izquierda dentro de Monteverde y considero que la acusación de maniqueísmo además de sesgada, es falsa. Si fuera cierto, no habría bloque de centroderecha dentro de Monteverde para comenzar.
Se nos acusa de sectarios por decir que aspiramos que algún día gobierne Nicaragua la centroderecha. Es lo más normal que un grupo aspire a gobernar, es la esencia de la política. En ningún momento se dijo la palabra gobernar exclusivamente. Es obvio que un gobierno de transición deberá de contar con el apoyo de muchas fuerzas que no conforman el centroderecha, pero es nuestro derecho a opinar lo que se aspira. De hecho, el comunicado mismo dice que la ruta por la libertad pasa por la conformación de una plataforma unificada entre los principales actores opositores. No dice en ningún momento los principales actores del centroderecha.
Si vamos a hablar de sectarismo, traigo a colación el programa histórico del FSLN que en 1969 dijo tener el objetivo estratégico de la «toma del poder político… en alianza obrero campesina y el concurso de todas las fuerzas antiimperialistas y anti oligárquicas».[1]
Cómo alternativa al anterior, en 1975, el doctor Pedro Joaquín Chamorro Cardenal esbozaba el programa político de UDEL, que muestra un contraste: «La UNIDAD sobre lo que se fundamenta UDEL no sólo cubre la etapa de la lucha contra Somoza, sino también la etapa posterior al somocismo, la cual deberá estar regida por el programa de UDEL cuyo contenido esencial es garantizar la construcción de una sociedad democrática, pluralista e independiente, en la cual serán respetadas todas las ideologías y organizaciones.»[2]
El doctor Chamorro no le pidió a los conservadores, liberales, socialcristianos y socialistas que conformaban UDEL a renunciar a sus identidades, sino que a pesar de sus diferencias ideológicas se unieran y se respetaran. La democracia liberal, la del respeto de las ideologías, debe de construirse en la etapa de lucha en contra de las dictaduras para cuando estas caigan, ya estén los principios de respeto y pluralismo presentes.
Catalogar de maniqueo, falso o sectario a quien se defina ideológicamente no cabe dentro del marco de la democracia liberal que el centroderecha defiende. Los regímenes autoritarios, de izquierda o de derecha, se han caracterizado por imponer un lenguaje único, un control único, y una narrativa única. En la lógica del dictador, cualquier identidad fuera de la ideología autoritaria debe anularse, por eso es que Ortega ha echado preso y exiliado a la izquierda y a la derecha. Nosotros cómo oposición no debemos criticar definiciones ideológicas definiéndolas cómo sectarias, sino celebrarlas. La identidad ideológica no solamente es un derecho humano y político, sino que también una señal de madurez política. Criticar el hecho de identificarse ideológicamente, que ni siquiera es un debate ideológico, es una falta de tolerancia y una práctica autoritaria.
Si queremos construir una democracia, hay que hacerlo en base al respeto y no a la imposición, ni la anulación ni la homogenización. En este momento lo principal es la lucha contra la dictadura, sí, y se puede perfectamente enarbolar la bandera manteniendo un debate respetuoso y unitario con aquellos que no piensen igual. Así se va construyendo la democracia y el pluralismo desde ya, para que cuando la dictadura caiga, que va a caer, todas las ideologías sean respetadas y sometidas al voto popular en elecciones libres y competitivas.
*El autor es miembro de la Concertación Democrática Nicaragua, Monteverde.
*Artículo de opinión publicado originalmente en La Prensa