Opinión / Ensayos · 07/11/2023

Partidocracia cero

El sueño de los dictadores que enarbolan las raídas banderas de la sociedad socialista, es la existencia de una sociedad política de partido único. Es de sobra conocido que ese fenómeno experimentado en varios países, Cuba el más cercano, es un rotundo fracaso, y no nos referimos al dominio que sobre la sociedad ejerce, o la capacidad de control organizativo desarrollada a lo interno de sus conglomerados sociales, o ser la cadena de transmisión perfecta de las directrices emanadas de las élites que se benefician de la administración de los bienes públicos, sino más bien a las funciones ocultas o no tan ocultas, que al final convierten a la institución partidaria en verdaderos centros de corrupción, tráfico de influencias, fuente de enriquecimiento ilícito, y sobre todo, el instrumento ideal de perpetuación en el poder político. Sí, hay que decirlo sin dudas, los partidos políticos son una de las fuentes principales de todas las variables de corrupción conocidas hasta hoy, cobijadas con un aparataje legal que les proporciona un estatus de necesidad sistémica insalvable en la funcionalidad social, y peor aún, la sociedad en general lo reconoce como verdad ineludible.

Pero también existen dictaduras que se apoyan en un sistema de partidos políticos, para encubrir su intención de atornillarse al poder, proporcionando cuotas de poder a esos partidos satélites, que juegan el rol de opositores, realizando elecciones más o menos amañadas y creando un ambiente de independencia de poderes que mantenga las válvulas de presión social lo suficientemente despejadas para lograr su objetivo último: no dejar el poder.

La actual condición política en Nicaragua, no es ninguna de las anteriores, estamos ante una experiencia inédita, una dictadura familiar sin partido político, sin organizaciones sociales, sindicales o de cualquier otra índole que les apuntale el poder, es decir, estamos frente al poder de la fuerza bruta y de la represión sin límites; ejército, policía y una red de “orejas” infiltrada en todo lugar donde hay concurrencia de personas, llámese mercado, centro de salud, oficina, iglesia, fábrica o escuela, que a diario brinda información de cualquier “movimiento sospechoso” que atente contra el discurso oficial, luego existe una estructura de funcionarios, a lo largo y ancho de todas las entidades estatales, con atribuciones específicas de identificar, proteger y garantizar los negocios de la familia, ahí también se inscriben los llamados Poderes del Estado y entes autónomos y descentralizados, todos bajo un mando supremo que garantiza el flujo de recursos hacia una fuente única: El Carmen.

Por lo anterior nos llama la atención, que la pantomima de “desmantelamiento” de la Corte Suprema de Justicia, se convierta en la comidilla de moros y cristianos, como si se tratara de la panacea que nos librará de la dictadura, es decir, no es posible desmantelar un poder inexistente, convertir a los represores en víctimas y cantar victoria sobre un telón de humo estructurado desde la guarida familiar; no sé si es ignorancia, inocencia o complicidad la que nos acompaña para dar vida imaginaria a paradigmas deglutidos desde hace rato: partidos políticos, poderes del Estado, libertad de empresa, autonomía municipal y desarrollo económico, y la lista sigue. Asistimos a la era de ruptura de récords nacionales: deuda externa, femicidios, precio de la canasta básica, desempleo estructural, inflación, migración externa, mortalidad en calles y carreteras, enfermedades siquiátricas y un extendido etcétera.

No sigamos bailando al son de la dictadura, nos entretienen con sus supuestas purgas, intrigas y guerrillas intra mafiosas, que tan buen resultado les ha dado, que aún sin cerrar el capítulo CSJ, han “pronosticado” que el “machete” chayista tocará la puerta del Ejército Sandinista para sustituir a unos regordetes generales, que ciertamente deben estar ansiosos de pasar a retiro y comenzar a gozar del patrimonio mal habido, alejados de intrigas, trampas y diretes palaciegos.

Debemos centrar nuestro pensamiento en el reto a futuro de refundar el país, de preparar la propuesta de sociedad que nos reubique en el mapa del comercio, la política y el desarrollo socioeconómico, de la integración del país respetando las dos grandes culturas que poseemos, de un modelo económico que rompa totalmente el vergonzoso modelo de distribución de riqueza hasta hoy existente, pero sobre todo, el país que respete a cada ciudadano, que apunte a la libertad y la prosperidad.

Ezequiel Molina                    

Noviembre 7, 2023