Opinión / Ensayos · 22/04/2024

Que no se repita abril

Las jornadas de protesta de abril 2018 no podrán repetirse, y es que los acontecimientos acaecidos al fragor del calor anti dictatorial y la rabia generada por los crímenes atroces de los cuerpos oficiales de represión al servicio de Ortega, es probable que tampoco se repitan, aunque esto último no implica que a futuro pudieran ser menores; las posibilidades de movilización pública son un poco menos que imposibles ante el aceitado, servil y violento comportamiento de la policía y el ejército, y si a ello añadimos la fanatizada turba de orejas y paramilitares que se moviliza a lo largo y ancho de la geografía nacional con la misión de alertar ante cualquier amenaza de protesta, la resultante es absolutamente nula. El reino del terror impuesto por la dictadura a través de leyes espurias, cierre de medios de comunicación y persecución a periodistas, confiscación de ONG´s, universidades y colegios, ataques sistemáticos a la iglesia católica, clausura de asociaciones gremiales, expulsión de organismos internacionales y de cooperación, entre otros, nos ha dejado en la indefensión total.

Pero abril de 2018 no fue un evento casual, todo lo contrario, el pactismo de la administración Chamorro a través del llamado Protocolo de Transición, la complacencia de la clase política frente al latrocinio cometido a través de las llamadas leyes de la piñata, la ambición desmedida de las organizaciones políticas y económicas expresada a través de componendas, con el afán de entronizar un modelo político de repartición permanente de cuotas de poder en los poderes del Estado y la persistencia de un modelo de distribución del ingreso de beneficio desmedido para la élites económicas, formaron parte de la acumulación de presión que estalló en ese histórico abril, y que hasta hoy continúa acumulando una amplia gama de experiencias, frustraciones, maniobras, deseos de venganza y confusión entre la población. Es imperante diseñar un modelo de Justicia Transicional que sirva de muro de contención a todos esos sentimientos que podrían derivar, como sucedió en el pasado, en impunidad y continuismo de un modelo de justicia alejado del imperio de la ley.

Para evitar otro abril será necesario que las fuerzas opositoras organizadas en el exilio se unan en un frente común con una agenda consensuada, priorizando el diseño de una arquitectura que logre aglutinar a los millones de ciudadanos en el interior del país, a la vez que alcance un acuerdo con el gran capital para lograr su participación y apoyo en el gran proyecto de derrocar a la dictadura y recomponer todo el andamiaje socioeconómico que nos permita crecer económicamente bajo un nuevo Pacto Social, garantizar a los servidores públicos que han desempeñado sus labores ajustadas a la ley, sus empleos y prestaciones; que los soldados y miembros de la policía sepan que recibirán un trato justo y transparente a la hora de evaluar su desempeño, y que todo ciudadano recibirá una respuesta adecuada en sus reclamos como víctimas de la dictadura.

Son demasiadas las tareas que se avecinan, en lugar de protagonismos, descalificaciones y pronunciamientos, las fuerzas opositoras deben actuar en consonancia con las demandas de acción que la realidad impone. Tenemos que repetir una y otra vez: las demandas ciudadanas están en la mesa, las acciones a tomar están planteadas, sólo falta la toma de decisiones de quienes acceden a los centros de toma de decisiones políticas y económicas a escala regional y global y muestren cohesión en su propuesta para el cambio político, económico y social que garantice estabilidad en el país y en la región, en un horizonte temporal de largo plazo.

Ezequiel Molina

Abril 22, 2024