Internacionales · 24/05/2023

Ron DeSantis presenta su candidatura para las elecciones presidenciales de 2024 en EEUU

El gobernador de Florida, Ron DeSantis, que confirmó este miércoles que buscará la nominación republicana en 2024 con vistas a llegar a la Casa Blanca, ha pasado en cinco años de ser casi un desconocido en política a ser visto como el azote de la cultura “woke” (progresista) en EE.UU.

DeSantis oficializó ante la Comisión Electoral Federal lo que era un secreto a voces desde hace meses, esto es su entrada de lleno en la carrera a la Casa Blanca, para lo cual deberá derrotar primero en las primarias al expresidente Donald Trump (2017-2021), quien lo aupó a la gobernación de Florida en 2018 y ahora lo vapulea verbalmente a diario.

El gobernador de Florida, nacido en el estado hace 44 años, no suele responder en caliente a los ataques del exgobernante de 76 años, pero de vez en cuando suelta algún dardo envenenado a su antiguo mentor.

Su temperamento es menos explosivo que el de Trump y cuando está incómodo o enojado se le nota, pero controla su ira. También es menos simpático y conecta menos naturalmente con la gente que su rival.

UN ALGO DE NIXON

Hay algo “nixoniano” en DeSantis, dice a EFE el analista y periodista republicano Alfonso Aguilar, quien señala que al presidente Richard Nixon (1969-1974), que debió dimitir por un escándalo de escuchas telefónicas ilegales, “no le gustaba hablar con la gente”.

Trump, que probó en la campaña de 2016 contra la “corrupta (crooked) Hilary” Clinton que motejar a los rivales da buenos resultados, le ha endilgado a DeSantis el apodo de “DeSanctimonius”, un juego de palabras con el apellido del gobernador floridano y la palabra “mojigato” en inglés.

Antes de que se convirtiera en un rival de cara a las primarias lo llamaba el “guerrero conservador”. Ambos motes le calzan bien.

DeSantis se presenta como un hombre religioso y amante de su esposa Casey y sus tres hijos y no ha dado pie a escándalos en su vida privada, algo de lo que Trump no puede presumir.

Es católico, su boda en los parques Disney la ofició un sacerdote de esa religión, pero se muestra muy cercano con los protestantes y cada vez que puede recita versos de la Biblia.

Demuestra ser implacable con quienes no piensan como él o se oponen a sus políticas. “Cruel” es uno de los adjetivos que le suelen dirigir con más frecuencia sus detractores.

Al actual gobernador de Florida, que en noviembre pasado ganó la reelección con incuestionable holgura, se le atribuye ser el máximo responsable de que este estado del sureste de EEUU haya abrazado el color rojo, el del Partido Republicano, después de haber formado parte de los estados sin patrón de voto fijo.