Opinión / Ensayos · 03/10/2022

Sandinismo y bipolaridad de origen

*Por Ezequiel Molina

Los encendidos debates en la Asamblea Nacional cuatro décadas atrás, entre la variopinta bancada oficialista y los sandinistas, en donde estos últimos dieron muestras de sus virtudes teatrales al alardear de una mascarada antiglobal y anticapitalista, que inocentemente muchos creyeron, mientras tras bambalinas eran los cómplices perfectos de los denunciados demonios del Ajuste Estructural, que hoy continúan siendo sus grandes venerados: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial; y es que los sandinistas siempre fueron actores laureados de la estafa política, sabían que el cacareado «despegue económico» de la administración Chamorro, era una monumental mentira al dar fiel cumplimiento al Consenso de Washington, mismo que garantizaba más de lo mismo en materia económica, los pobres siempre pobres y los ricos más ricos, pero con la variante de un emergente segmento destinado a convertirse en magnates: los «piñateros» de alta gama, los arribistas de la privatización de empresas del sector estatal, del tráfico de bonos de indemnización para los confiscados, y manipuladores de la proliferación de Organismos No Gubernamentales, como ejecutores de recursos de la cooperación externa diseminados en todo el territorio nacional, de suerte que garantizaran  la «vigilancia» del modelo de participación ciudadana, manteniendo así una importante incidencia en la toma de decisiones locales, amparados en el modelo de autonomía municipal; y como brazo armado, implementaron la «reingeniería» de cooperativas y otras organizaciones sociales que sirvieran como fuerza de choque para «combatir» el avance del perverso neoliberalismo y paralizar el país cada vez que fuera conveniente.

Si las interioridades de la estela de traicionados, engañados, usados, violentados y muertos,  desde la lucha clandestina hasta nuestros días, fueran relatadas, seguramente podrían escribirse las historias más sórdidas y violentas conocidas hasta hoy; desgraciadamente falta el cierre de tan pérfido capítulo, cuando al derrumbarse la actual dictadura, desenfunden nuevamente su lado somocista: abandonar a su suerte a los autores materiales de los crímenes ordenados desde El Carmen, y esta vez serán ellos quienes le «canten la cartilla» a los que hoy dan la vida por su permanencia en el poder: «no todos alcanzan en el avión». Al leer estas líneas, algunos pensarán que no debe ser opción el que la familia dictatorial abandone el país sin  enfrentar la justicia, pero siendo realistas y conociendo el perfil de criminales despiadados, que una vez se ven acorralados, optan por huir de la manera más cobarde, dejando a su suerte a quienes les obedecieron con ciego fanatismo.

En las últimas semanas la dictadura ha estado activamente comprometida a alejarse de la posibilidad de una salida negociada, el recrudecimiento de la represión y nuevos procedimientos de agresión hacia ciudadanos considerados opositores, la embestida contra toda expresión de religiosidad, la ridícula maniobra de declarar cautivas las imágenes de santos que gozan de especial devoción de la población católica, el indiscriminado destierro aplicado a ciudadanos nicaragüenses que estaban de visita en diferentes países, siendo declarados apátridas de facto, la expulsión y ruptura de relaciones diplomáticas con legaciones europeas, el reiterado discurso ofensivo, discriminativo y vulgar dirigido a presidentes y diplomáticos que han reiterado su posición crítica a las flagrantes violaciones de derechos humanos cometidas por la pareja dictatorial y el rechazo directo y amenazante a la propuesta del relevo del jefe de la delegación diplomática estadounidense acreditada en Managua, son entre otras acciones, una contundente posición del régimen de que no existe posibilidad alguna de diálogo, lo que ciertamente jamás hemos creído lógico, ni tampoco posible, y que la única salida a la crisis actual es el uso de la fuerza, llámese embargo económico, aislamiento diplomático, expulsión de los organismos financieros, levantamiento popular o cualquier otra expresión que a lo externo del círculo de poder pueda generarse.

Dicho esto, y ocupando un lugar al mismo nivel que las condicionantes mencionadas, se suma  una opción, la más silenciosa de todas, pero probablemente la más efectiva contra la dictadura, y no es otra que la implosión que pudieran generar sus hasta hoy aliados, colaboradores, fanáticos, adeptos y toda clase de cortesanos, que sin lugar a dudas perciben la palpable realidad de que la dictadura se adentra en un callejón sin salida, y que seguramente no dudará, como lo ha demostrado, en generar un baño de sangre de proporciones impredecibles con su salida. La fidelidad hasta hoy demostrada por el  Ejército Popular Sandinista y la Policía Sandinista también pudiera erosionarse con el progresivo debilitamiento del régimen, y el silencio ciudadano de rechazo podría también subir de tono; la disyuntiva bipolar de la dictadura está más que clara: es el poder o la extinción; el primero se encuentra en fase terminal y taxativamente los conducirá al segundo, causalidades y tiempo se agolpan para la tormenta perfecta.

Octubre 3, 2022