Nacionales · 24/04/2024

Seis años después de abril: El camino hacia la democracia

El viernes 19 de abril de 2024, se llevó a cabo en San José, Costa Rica el foro “Nicaragua, a seis años de abril: balances y perspectivas”, el cual brindó un análisis de la evolución de los conflictos en Nicaragua, los actores y las demandas a lo largo del tiempo, destacando el papel de la sociedad civil en la lucha por justicia, libertad y democracia en el país centroamericano.

También se abordó el proceso de transición hacia la democracia en Nicaragua y la importancia de incluir a los jóvenes en el proceso de cambio, la necesidad de promover una transformación cultural a través de la participación activa y el liderazgo democrático.

En el orden acostumbrado, jurista y politólogo Umanzor López Baltodano, politóloga y socióloga Carolina Ovares Sánchez, moderadora del foro, socióloga Elvira Cuadra Lira, biólogo Engel Sequeira Sevilla activista y defensor de derechos humanos.

La primera ponencia estuvo a cargo de la socióloga nicaragüense Elvira Cuadra, directora del Centro de Estudios Transdisciplinarios de Centroamérica (Cetcam); la segunda presentación fue hecha por el jurista y politólogo Umanzor López Baltodano; y la tercera ponencia le correspondió al activista y defensor de derechos humanos Engels Sequeira Sevilla

El evento se realizó en la Sala de Audiovisuales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Costa Rica (UCR).

“Conflictos, movilización social y actores emergentes en Nicaragua”

La socióloga nicaragüense Elvira Cuadra, en su presentación titulada “Conflictos, movilización social y actores emergentes en Nicaragua”, hizo un recuento histórico desde los años 90 hasta la actualidad. Destacó la importancia de reflexionar sobre los acontecimientos que han marcado al país, como la transición política en 1990, la insurrección cívica de abril de 2018 y la resistencia ciudadana.

La experta mencionó que los  conflictos políticos en Nicaragua entre 1991 y 1997 “fue el periodo álgido de la transición” debido a las acciones armadas, tomas de tierras, tomas de instituciones, manifestaciones y marchas, huelgas y otras acciones colectivas que se presentaron en esa en esa época.

En este período las demandas estaban relacionadas específicamente con la transición política. Cuadra subrayó la diversidad de actores y demandas a lo largo de los años, y resaltó el papel de la movilización social en la ampliación del repertorio de acciones colectivas. 

Destacó que en el año 2013 “se abre un nuevo ciclo de conflicto y movilización social en Nicaragua” donde había ya un movimiento ciudadano demandando democracia, participación ciudadana y el libre ejercicio del voto.

Detalló que entre el 2013 y 2018 ya había conflictos en Nicaragua y había movilización en el país, principalmente en zonas rurales debido al “entramado político autoritario”.

Cuadra recalcó que en 2018 “emerge abril, la insurrección cívica” con un movimiento cívico que fue autoconvocado en sus orígenes e integrado por diversos grupos.

Indicó que abril de 2018 marcó un cambio significativo en la contienda política en Nicaragua, elevando el nivel de las demandas hacia puntos críticos como cambio político, justicia y democracia.

La socióloga destacó la importancia de la acción cívica como estrategia de resistencia, y la resiliencia de la ciudadanía nicaragüense en medio de la represión del régimen de Ortega-Murillo. 

Mencionó la importancia de no subestimar el significado de abril de 2018 y la esperanza que contiene para el futuro de Nicaragua. También la necesidad de valorar la resistencia ciudadana y mantener viva la memoria, las exigencias de justicia, libertad y democracia; y la lucha por un país más justo.

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A pesar de los diferentes discursos, la agenda crítica era y es hasta hoy justicia, libertad y democracia. Es frecuente -sobre todo en los últimos años- escuchar y decir que ese enorme acontecimiento, esa gran movilización de abril, no sirvió para nada, que fue un fracaso, que no logramos nada. Pero la verdad es que abril tiene un enorme significado para todos nosotros”, dijo.

Abril “elevó el nivel de la contienda política en el país y se pasó de hacer reclamos o demandas de carácter reivindicativo, a demandar puntos críticos como cambio político, cambio de gobierno y justicia, libertades y democracia”.

Cuadra destacó que abril “trasladó el protagonismo del proceso político de los actores tradicionales, hacia actores emergentes que no nacieron propiamente en abril”.

“El estrecho camino a la democracia”

El jurista y politólogo nicaragüense Umanzor López Baltodano, presentó “El estrecho camino a la democracia” y destacó pautas para poder avanzar en un proceso de transición hacia la democracia en Nicaragua. 

López Baltodano aclaró que la transición no será automática, y que tampoco “cae del cielo”, y “puede que no sea a corto plazo”. Pero que requerirá un trabajo conjunto entre diferentes actores políticos y sociales, y el diálogo para poder avanzar en una salida democrática y justa para el país.

Luego de seis años de la insurrección cívica vale la pena recordar que a veces los deseos, las intenciones, los valores, los lugares justos y correctos donde estamos, no significan necesariamente que existan las condiciones políticas para una transición a la democracia”, valoró.

Indicó que “pensamos a veces que la muerte natural del dictador necesariamente va a llegar y que de una manera mágica se iniciaría un proceso de transición y que vamos todos de regreso a Nicaragua como queremos”. Pero, que “no hay datos empíricos que nos demuestren que esto supone un proceso de transición a la democracia”.

El experto sostuvo que “el 87% del tiempo, el régimen continúa intacto después de la muerte del dictador” y solo un “4% iniciaron un proceso de tránsito a la democracia”.

En ese sentido mencionó como ejemplos Cuba y Venezuela: “ahí hubo procesos donde los líderes de esas dictaduras murieron y los regímenes continuaron”.

El politólogo se enfocó en ese 4% de casos en la que tras la muerte de un dictador, se inicia un proceso de tránsito a la democracia. Pero que esto está  precedido por grandes manifestaciones populares antes de su fallecimiento,  si grupos sociales de una oposición coherente presentan propuestas que presentan alternativas previamente a la muerte del dictador y cuando este fallece posteriormente cuando estas ya están montadas y pueden suponer un proceso de cambio.

Ese proceso que inició en abril, debe continuar donde estos actores emergentes, tejan redes, mantengan viva la llama de un proceso de cambio para cuando haya espacio para ello”, explicó.

Analizó la importancia del tipo de régimen, enfocándose en las dictaduras personalistas, y la relevancia de los actores y estructuras en el proceso de transición. 

López Baltodano afirmó que en el caso de la dictadura de Nicaragua es “personalista” y que en estos casos “mientras el dictador se mantiene vivo son muy resistentes”.

Al respecto, mencionó cuatro actores: los defensores duros del régimen, los defensores blandos, la oposición blanda y la oposición maximalista democrática. 

Yendo al caso de Nicaragua, nosotros sabemos quiénes son los defensores duros del régimen, la carencia de defensores blandos es notoria en el caso de Nicaragua, es muy difícil negociar un proceso de transición a la democracia si esos defensores blandos del régimen, la gente que está en la burocracia, que está en los mandos intermedios del Ejército no tiene poder o no existe”, explicó. 

Por otro lado, enfatizó que “si la oposición blanda tiene excesivo poder, puede pactar con los defensores blandos un proceso de cambio que no sea realmente un proceso de cambio profundo”.

“A su vez si los maximalistas tienen demasiado poder, ellos nunca se van a entender con los blandos y no va a haber un proceso de transición, no va a haber negociación porque precisamente los maximalistas nunca negocian con nadie que esté en el régimen”, añadió.

Umanzor López Baltodano concluye que “la transición no llegará de manera automática, ni el régimen implosionará sin que ninguna fuerzas lo empujen”.

Que “los regímenes personalistas son resistentes a la transición, pero son vulnerables tras la muerte del dictador, si la oposición está preparada en el momento que llegue”.

Destacó que es importante “la cohesión de los actores moderados y maximalistas dentro de la oposición bajo una lógica de principios de inclusión, de no violencia y con las metas básicas que se establecieron en abril, que tiene que ver con justicia transicional y democratización”.

Finalmente, señaló que el aislamiento internacional del régimen sigue siendo relevante en el proceso de transición.

“Balance y perspectivas: reflexiones desde el activismo descentralizado”

Engel Sequeira, activista y defensor de derechos humanos, expuso el “Balance y perspectivas: reflexiones desde el activismo descentralizado”. La cual es una reflexión personal sobre el cambio social, la cultura política y los desafíos para construir un futuro más justo en Nicaragua, y la importancia de promover la participación y el liderazgo de las nuevas generaciones para impulsar un cambio profundo y positivo en el país.

Nadie fue capaz de precisar que abril del 2018 irrumpiría en nuestras vidas tan fuerte y repentinamente poniendo en relieve la resistencia de una sociedad que aparentemente estaba cómoda con el sistema. Salimos a las calles indignados e indignadas, esta vez en lugar en lugar de vaciarse con los primeros garrotazos de la juventud sandinista, las calles se llenaron de miles de nicaragüenses que no estaban movidos únicamente por la indignación o la impotencia ante la facilidad que tienen los poderosos y quienes les sostienen el poder para despreciar la vida humana”, expresó Sequeira.

El activista mencionó que en estos seis años “hemos atravesado un sinfín de emociones y situaciones desfavorables” como el exilio, él se incluye en esta situación.

Menciona que “tanta sangre derramada” en la historia nicaragüense solo  “fueron promesas vacías, porque los liderazgos de ese proceso de transición no estuvieron a la altura”.

Lejos de lograr una consolidación de un sistema democrático, ese intento fallido de democracia terminó con el regreso de Daniel Ortega al poder, algo que era de suponer impondría un régimen autoritario…  La sociedad nicaragüense falló, ingenua creyó que de la noche a la mañana se podía tener un sistema democrático sin atender esos rasgos de la cultura política que engendran dictaduras. No se puede cambiar un sistema si quienes lo integramos no cambiamos en el proceso”, valoró.

Sequeira sostuvo que “no se puede construir democracia desde los patrones de liderazgo que buscan el protagonismo por encima de todo, que están orientados por dogmatismo de cualquier tipo, que adolecen de los mismos males en los que hemos sido socializados y socializadas en esta cultura política de: ‘el que tiene más galillo traga más pinol, al dundo ni Dios lo quiere, el vivo vive del baboso, aquí lo digo aquí lo niego, firmar me harán pero cumplir jamás’”.

Criticó que “mucho antes del regreso de Ortega” al poder, las fracciones opositoras, “centraron sus esfuerzos en que el ejercicio de la política se mantuviera en manos de los respectivos caudillos de cada partido” y “cegados por sus egos monumentales” no les permitió entender que su pacto con el Frente Sandinista “les costaría a la larga la libertad al país”.

“Así crecimos nosotros, despreciando esa vida política tradicionalmente hablando”, zanjó.

Añadió que las élites empresariales y los banqueros “también hicieron sus pactos de mutuo acuerdo con Ortega mientras este desmantelaba el sistema democrático que existía”.

Y, “tampoco la sociedad civil fue capaz de articular esfuerzos para frenar el desmantelamiento de ese intento democrático. Invirtieron tiempo y recursos en procesos que fueron estériles, que operaron en microcosmos o que en algunos casos, se dedicaron a atender medidas asistencialistas”.

Sequeira llamó a las plataformas opositoras a “examinarse individual y colectivamente” porque “desde afuera se les lee desconectados de la población en general y mal ponderado su protagonismo”.

El activista destacó la estructuración de “rutas de acción para maximizar esfuerzos que permitan potenciar pequeñas conquistas logradas en estos seis años, mantener vigente el caso de Nicaragua en los sistemas interamericanos y Universal de Derechos Humanos, cuyos informes han comprobado la comisión de crímenes de lesa humanidad para llevar a la dictadura ante la Corte Penal Internacional”.

Asimismo, recalcó que “abril del 2018 es un punto de cambio”, y que existe una demanda ciudadana para el “protagonismo de las y los jóvenes, pero no solo para llenar espacios leer proclamas o comunicados; sino un liderazgo activo”.

Los liderazgos jóvenes tenemos la tarea de llenar de contenido la representación por la que tanto se ha luchado y demandado, al igual que cualquier liderazgo debemos de examinar nuestro desempeño y ejercicio de poder en los espacios que participamos”, anotó.

“Las y los nicaragüenses merecemos vivir en nuestro país y tener la oportunidad de construir juntos y juntas la Nicaragua que nos merecemos por ese cambio seguimos y seguiremos resistiendo”, concluyó.