Opinión / Ensayos · 26/03/2024

Una espera peligrosa

Época aciaga en Centro América, amenazas a la otrora sólida democracia costarricense que se arrincona frente al crimen organizado, mientras el llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala, y Honduras) se debate entre la corriente mundialista del populismo, la frágil constitucionalidad y el apego a las tendencias anti norteamericanas, pero de todas esas pequeñas repúblicas, Nicaragua navega en aguas más revueltas y mucho más convulsas. El retorno del sandinismo en 2007 marcó el inicio de la postdictadura: más intolerante, más personalista y más sanguinaria, el cuestionado ex guerrillero Daniel Ortega ha convertido al país en su coto de caza, todo aquello que atente contra su poder absoluto es absolutamente reprimido, a eso se añade su peligrosa política de vende patria consumado y servil de Rusia, China e Irán.

El torrente migratorio de nicaragüenses hacia Estados Unidos es incontenible, el programa de parole humanitario ha conducido a más de 60 mil conciudadanos a territorio estadounidense, pero cálculos conservadores indican que más de 300 mil nicaragüenses se encuentran en condición irregular, dispersos en territorio estadounidense, todos ellos tienen el común denominador de huir de la represión política, pero a la vez se han convertido en un fuerte pilar económico de la endeble economía nicaragüense, con el envío de remesas familiares, que en el año 2023 alcanzaron cerca de 5 mil millones de dólares, equivalentes a un 27% del Producto Interno Bruto del país.

La pérdida de capital humano es evidente, escasean profesionales capacitados, técnicos experimentados y mano de obra calificada especializada; la desconfianza de la calidad educativa en las universidades no es infundada y los programas de educación primaria y secundaria son controlados por los comisarios políticos del régimen. El panorama a futuro es desalentador, las actividades agrícolas están a la baja por falta de mano de obra, y los salarios mínimos establecidos por los sindicatos blancos y sus pares estatales del Ministerio del Trabajo son una quimera.   

Todo indica que la respuesta de la dictadura a los vacíos creados por su accionar, será de más represión y control ciudadano en sus actividades cotidianas, el crecimiento de la planilla estatal y la asignación de recursos está centrada en las esferas de acción del Ministerio de Gobernación, mientras el Ejército Sandinista es premiado con propiedades confiscadas al sector privado, la expansión de sus intereses económicos y manos libres para labores de espionaje a través de sus activos órganos de inteligencia que operan dentro y fuera del país, además de ser el principal agente represor en el campo, principalmente en los territorios indígenas.

El cansancio, la desesperanza y el desasosiego social no son buenos consejeros, el maniático dúo radicado en El Carmen, sigue profundizando el repudio ciudadano hacia la dictadura, mientras la raquítica y atomizada oposición sigue desmoronándose en el exterior, sin visos de lograr una unidad coherente y programática. La espera en resistencia silenciosa continúa, lo que no sabemos es hasta cuando seguirá en ese estado, los detonantes siguen expandiéndose, su explosividad y peligrosidad están directa y exponencialmente vinculadas al tiempo de espera. La reducción de los tiempos de espera es lo más conveniente para todos, incluyendo a los criminales de lesa humanidad y sus operadores.

Ezequiel Molina

Marzo 26, 2024