Opinión / Ensayos · 09/01/2022

DESFILE DE MOMIAS PARA SALUDAR AL USURPADOR

La dictadura de Ortega que desde el 2011 se instaló ILEGÍTIMAMENTE en el poder, tras un impresionante y grotesco frade electoral, ha cerrado todos los espacios políticos a la oposición cívica desde el 2016, aprovechando la alianza que mantenía con el gran capital mientras la comunidad internacional estaba concentrada en otras crisis, al punto que, frente al desastre de la crisis venezolana, el régimen de Ortega era visto como “pasable”.

Pese a ser ilegitimo su origen, la comunidad internacional favoreció a la dictadura con su desinterés, sin embargo, la poca legitimidad que le quedaba se le vino al suelo tras la matanza efectuada en respuesta al ESTALLIDO SOCIAL de abril del 2018, de más de 500 personas, entre estudiantes universitarios, habitantes urbanos y campesinos, entre ellos 22 niños; una masacre que supera la de Tlatelolco en 1968, lo cual ya es mucho decir. 

Desde entonces, la comunidad internacional abrió los ojos y la Organización de los Estados Americanos, OEA, como máximo órgano jurídico, político y diplomático del Continente ha examinado a fondo el caso y ha emitido ocho resoluciones mayoritarias desde junio del 2018, hasta la última del 13 de diciembre del 2021, en la cual descalificó la validez de la farsa electoral del 7 de noviembre, de la cual fue categórica acerca de la ausencia de legitimidad, por la falta de garantías, libertades, transparencia y por la gigantesca ausencia de votantes. En otras palabras, desde el punto de vista jurídico-político y diplomático, para Nicaragua, la Comunidad Internacional está representada por la OEA y sus miembros. 

Siendo la OEA el máximo órgano político-jurídico y diplomático regional, es a quien le corresponde determinar la legitimidad democrática de los gobiernos del Continente, así lo establece a Carta Fundacional, y lo especificó con mayor precisión la CARTA DEMOCRÁTICA INTERAMERICANA, hace 20 años, por tanto, es a la OEA a quien le compete determinar la calidad de las elecciones y sus resultados, en los países miembros. Aunque Ortega haya renunciado a seguir siendo parte de la OEA, sus obligaciones como miembro se extienden hasta noviembre del 2023, aunque as cosas podrán cambiar mucho antes.

Visto lo anterior, el show que ha montado la dictadura para el 10 de enero, fecha establecida en la Constitución, en homenaje al asesinato del Héroe Nacional Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, para la toma de posesión de los gobernantes electos democráticamente, carece de toda significación simbólica, porque no ha sido electo legítimamente, sino que fue producto de una farsa, tal a como lo declaró la OEA.

La presencia de embajadas acreditadas en Managua, lo están porque reconocen al Estado de Nicaragua como un hecho jurídico y político, lo cual no significa que reconozca legitimidad al gobierno que USURPARÁ POR LA FUERZA DE LAS ARMAS las instituciones del Estado que se mantiene con los impuestos que aportan todos los nicaragüenses.

Entonces, lo que en realidad habrá en 10 de enero, será un desfile de momias políticas, en su mayoría provenientes del lejano Oriente, tanto de Asia, como de África, representantes de regímenes dictatoriales y corruptos, que se han enquistado en el poder por la fuerza; por tanto, quienes asisten al show de la dictadura de la familia Ortega-Murillo, son sus colegas mafiosos, lo cual constituye toda una vergüenza para el pueblo nicaragüense, en especial, para los familiares de los más de 500 asesinados desde abril del 2018 y para los miles de presos políticos que han estado en las ergástulas orteguistas, donde aún permanecen 168 secuestrados como rehenes, entre ellos los más importantes líderes políticos de la oposición y todos los aspirantes a candidatos presidenciales.

Esas momias políticas que vienen al show del 10 de enero, a saludar al asesino usurpador y al círculo de asesinos y ladrones que se han vuelto millonarios después de 15 años de estarse robado en erario público y la ayuda internacional; es especial la proveniente de Venezuela, que ni siquiera pasó por el control presupuestario y entró directamente a la bolsa de los usurpadores.

Nolasco Barberena

León, Nicaragua