Destacados / Nacionales · 20/02/2023

La leyenda de Hugo Torres creció con su muerte en la prisión de otro dictador 

*Por Voces en Libertad

Hugo Torres cumplió este mes un año de haber muerto en prisión, a dónde lo mandó el hombre que él mismo salvó de la cárcel somocista. Daniel Ortega lo secuestró, lo encarceló y lo mantuvo encerrado hasta su muerte. El General de Brigada era un apasionado del periodismo, el derecho, la escritura y la poesía. Este era el “Comandante Uno”. 

Fue el único guerrillero que participó en las dos acciones armadas más importantes que ejecutó el Frente Sandinista en los setenta en contra de la dinastía somocista, y en una de ellas, resultó en la liberación de Daniel Ortega, el mismo que lo encarceló hasta su muerte el 12 de febrero de 2022.

Su muerte en la prisión de otro dictador, solo hizo crecer la leyenda del hombre. Tenía 73 años y con su misma voz e imagen, denunció que Ortega, su excompañero de armas en el antiguo Frente Sandinista de Liberación Nacional, lo apresaría. Lo hizo verse predecible y aún más, dijo que no lo doblegaría y mantenía firme sus convicciones y su lucha por la democracia en Nicaragua. Y así fue hasta su último aliento.                    

Hugo Torres Jiménez nació en Somoto, Madriz, el 25 de abril de 1948. Es hijo de un telegrafista llamado Cipriano Torres y de doña Isabel Jiménez, quienes se fueron a vivir a León cuando tenía cinco años.

En León, Hugo Torres fue vecino de Rigoberto López Pérez, el hombre que mató a Anastasio Somoza García en 1956. En ese entonces, Torres era un niño de ocho años.

A Hugo Torres le apasionaba el periodismo, pero entró a estudiar Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN, Managua). Estando en la universidad, en 1971, se unió al Frente Sandinista y se destacaría como guerrillero y posteriormente como militar.

Liberó a Daniel Ortega

La casa de José María Castillo, mejor conocido como “Chema Castillo”, quedaba en Los Robles, en Managua. Aquella noche del 27 de diciembre de 1974, un comando de 13 guerrilleros sandinistas llegó a tomársela justo después de que el embajador estadounidense Turner Shelton, se retirara de la fiesta que estaba siendo ofrecida para él.

Los guerrilleros llegaron en dos taxis que habían robado cerca de Las Colinas, y se parquearon en forma de “V” frente a la entrada principal de la casa de Castillo, un ex funcionario de Somoza. Los guardias que resguardaban el lugar se sorprendieron al ver que bajaron los guerrilleros armados. Empezó la balacera.

Todos los guardias fueron abatidos y solamente uno de los guerrilleros, Róger Deshon, recibió un disparo en el hombro. Los sandinistas irrumpieron en el salón principal de la casa en donde estaban todos los invitados con trajes elegantes y vestidos finos. “Esta es una operación política ¡Manos a la cabeza y contra la pared! Somos del Frente Sandinista de Liberación Nacional ¡Viva Sandino!”, gritó Eduardo Contreras, el líder de los guerrilleros.

En ese momento, “Chema” Castillo corrió a buscar unas armas que él tenía en su despacho y cuando lo vieron correr, uno de los guerrilleros le disparó y murió. “En tres minutos tomamos control de la casa. Mi escuadra tomó la cocina y parte de la sala”, recordó el mismo Hugo Torres en 2017, en una entrevista al diario La Prensa.

El resto de invitados fueron convertidos en rehenes por los sandinistas y la Guardia Nacional inmediatamente rodeó la casa y los guerrilleros tomaron una posición de defensa para evitar que se les metieran.

En la madrugada del 28 de diciembre, la Guardia trató de entrar por una puerta que estaba en la parte de atrás de la casa, pero tras un intercambio de balas, desistieron, además de que los sandinistas amenazaron con liquidar a los rehenes si la Guardia no se retiraba.

Valiosa operación 

Entre los rehenes se encontraba un “pez gordo”: Guillermo Sevilla Sacasa, embajador de Somoza en Washington y cuñado del dictador.

Los sandinistas le dieron un plazo de 36 horas a dictador de la época para que cumpliera con sus demandas, que eran la liberación de varios presos, entre los que se encontraba Daniel Ortega; cinco millones de dólares, la difusión de mensajes de Frente Sandinista a través de los medios de comunicación denunciando los vejámenes de la dictadura somocista y un avión que los llevara a Cuba junto con los sandinistas liberados.

En varios momentos, los guardias se subieron al techo de la casa para tratar de entrar, pero uno de los guerrilleros lo iba siguiendo por dentro con una ametralladora escuchando por dónde se movía.

Monseñor Miguel Obando y Bravo, fue el mediador entre los sandinistas y Somoza, quien finalmente terminó liberando a los presos y entregando solamente un millón de dólares. Los guerrilleros fueron llevados en un autobús al aeropuerto en donde los esperaba un avión que los llevó a Cuba, tal y como habían demandado.

Entre los presos liberados iba Daniel Ortega, quien desde 1967 estaba en la cárcel La Modelo, por el asalto a una sucursal bancaria. El que no pudo ser liberado fue Leopoldo Rivas Alfaro, de quien los sandinistas sospechaban que colaboraba con la Guardia Nacional, de manera que no lo incluyeron en la lista y lo dejaron en prisión.

El segundo asalto

El 22 de agosto de 1978, el único de los 25 guerrilleros que tenía experiencia en asaltos, era Hugo Torres. El objetivo de esta segunda operación, era tomarse el Palacio Nacional. Los 25 estaban divididos en dos comandos, uno liderado por Hugo Torres y Walter Ferreti, y otro por Edén Pastora y Dora María Téllez, que llegaron en camionetas pintadas de verde olivo, disfrazados con uniformes verdes, boina negra y rifles Garand, simulando ser guardias de la Escuela Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), que era la élite de la Guardia Nacional.

El plan era ubicarse en las entradas este y oeste del Palacio Nacional y entrar actuando como si estuviesen preparando la llegada de Anastasio Somoza Debayle. Una vez adentro, cerraron los portones con cadenas y se dirigieron al segundo piso en donde funcionaba la cámara de diputados.

Ese día, en el Palacio había más de 2,000 personas, por lo cual era bien difícil para los guerrilleros controlarlos. Sin embargo, cuando vieron que todo estaba controlado, los guerrilleros sacaron sus pañuelos rojinegros, se cubrieron los rostros y Hugo Torres gritó: “!Viva Monimbó!”.

La Guardia Nacional rodeó por completo el edificio y un helicóptero lanzó una ráfaga de balas al techo. Los guerrilleros hicieron que uno de los rehenes se comunicara con monseñor Miguel Obando y Bravo, quien nuevamente serviría de mediador en este asalto.

El arzobispo de Managua llegó al Palacio a las tres de la tarde junto al obispo de León, Manuel Salazar Espinoza, y el de Granada, Leovigildo López Fitoria. Los sandinistas pedían la libertad de otro grupo de prisioneros, tres millones de dólares, la difusión de mensajes en contra del régimen somocista en los medios de comunicación y un avión que los llevara a Cuba.

Fueron casi las mismas exigencias que hicieron cuando asaltaron la casa de “Chema” Castillo, y Somoza nuevamente cedió, pero en esta ocasión solamente entregó medio millón de dólares. En este intercambio, los rebeldes si incluyeron a Leopoldo Rivas Alfaro, para que fuera liberado.

Casi un año después, los sandinistas derrocaron a Somoza y Hugo Torres fue promovido como Comandante de brigada en el Ejército Popular Sandinista y posteriormente ascendió como General de Brigada en el Ejército Nacional. En 1998, pasó a retiro. 

Murió en prisión

Tras el triunfo de la Revolución Sandinista, Hugo Torres desarrolló una etapa de escritor. Escribía poemas para una revista llamada Poesía Libre y muchos años después, en 2003, publicó sus memorias tituladas “Rumbo norte: historia de un sobreviviente”. En 2017, publicó un nuevo libro llamado “Coplas y algunos poemas infiltrados”.

Antes de pasar a retiro en el Ejército, Hugo Torres rompió con el Frente Sandinista en 1995, y fue parte de los disidentes que fundó el Movimiento Renovador Sandinista (MRS), del cual fue su vicepresidente al momento de su muerte.

Hugo Torres fue encarcelado por la dictadura de su antiguo compañero de armas, Daniel Ortega, el 13 de junio de 2021. “Tengo 73 años, nunca pensé que en esta etapa de mi vida iba a estar luchando contra una nueva dictadura”, dijo en el  video divulgado después de su secuestro. “Hace 46 años arriesgué la vida para sacar de la cárcel a Daniel Ortega y a otros compañeros presos políticos”, resaltó.

Torres fue llevado a las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) en donde permaneció hasta diciembre cuando fue llevado al hospital Carlos Roberto Huembes, y posteriormente falleció el 12 de febrero de 2022.