Destacados / Opinión / Ensayos · 04/06/2024

Diálogos pendientes de la oposición: ¿Negociar impunidad? ¿Justicia vs. Democracia?

*Yaritzha R. Mairena | Representante de Unión de Presas y Presos Políticos Nicaragüenses

Ciertamente a la oposición pro democracia nicaragüense, le urge un diálogo político y estratégico que devuelva la lucha a su origen y a la esencia de abril. A raíz de todos los fracasos de los espacios creados «para concertar» debería replantearse otra forma de organización y el inicio de un debate amplio, una negociación incluso, una reorganización estratégica de la oposición que no sea una nueva estructura, si no, un consenso en puntos clave, cómo:

  • Las condiciones Internas de la oposición y las acciones a nivel internacional para provocar el debilitamiento real del régimen.
  • Crear una correlación de fuerzas efectiva, que incluya la movilización interna, lo cual sólo se va a lograr con la elección de liderazgos legítimos y representativos.
  • Las condiciones habilitantes y las líneas rojas, para una negociación y elecciones democráticas.
  • Acuerdos de procesos de justicia plena, que impliquen cambios estructurales.

Para llegar a estas conversaciones es que se necesita voluntad política de la oposición, porque propuestas metodológicas, hay diversas. Sin embargo, existen estructuras como la Concertación Monte Verde que se adjudican la representación total y la legitimidad absoluta; que dicen ser la única opción viable, qué dicen ser los únicos que sustentan sus planteamientos y tachan a los demás de radicales.  Monte Verde, quiénes además se han negado a participar, activa y propositivamente, de varios procesos de concertación más amplia, limitándose a observadores o negándose a participar del todo, por no estar de acuerdo en simples términos (incluso aquellos utilizados para referirse a la dictadura) como pasó en Miami durante la conformación de la Gran Confederación Opositora Nicaragüense.

En los debates recientes ha habido en una parte de la oposición una insistencia en no descalificar; curiosamente, quienes hacen este llamado son los primeros en cerrar toda posibilidad de diálogo en la oposición, basado en conciliar los grandes planteamientos, a los que he hecho referencia. En una entrevista reciente José Antonio Peraza, hace una lectura de muchas similitudes que se tienen alrededor del tema de la negociación, en un sector grande de la oposición, posicionamientos que además se han presentado y discutido amplia y públicamente, sin embargo, luego, pone todos esos posicionamientos por debajo de los planteamientos que tiene Monte Verde, por no estar lo suficientemente desarrollados, sim embargo, el Espacio de Diálogo ha sido el único espacio en presentar una propuesta bien documentada para lograr acuerdos sólidos de concertación, entonces ¿no es esto una descalificación?

Muchos otros líderes políticos, también hacen alusión a la propuesta de negociación. Si es que se le puede llamar propuesta a un posicionamiento que está basado en un pensamiento optimista y a veces percibido como ingenuo, que llega a posicionar escenarios basados en la buena voluntad del régimen y en aprovechar brechas coyunturales y espontáneas, que serían utilizadas para realizar transacciones de poder y cohabitación, a costa de los cambios estructurales que se requieren para cimentar una democracia plena. Y a propósito de las declaraciones introspectivas de una líder de Monteverde, que recientemente también leí; se les olvida, que: “quien elige el menor mal, está eligiendo inevitablemente el mal”.

Respecto a los posicionamientos del gran sector de la oposición que se decantan por no negociar, lo cuál es, claramente un debate; entiendo que deberían aclarar los que levantan la bandera de la negociación, aún, “bajo ciertas condiciones” que forzar la salida del régimen no es compatible con negociar impunidad, porque el escenario en donde el régimen ceda, significa la debilidad del mismo, por ende, pactar, llegados a ese punto, impunidad; sería una concesión ilógica, que además repetiría el escenario de violencia social y política de los 90 y la repetición de los crímenes que ha cometido el FSLN para retornar al poder. ¿Se podría gobernar de esa forma en paz y democracia? Ya la historia nos dice que no. Pero, además, si no se apuesta por exterminar el poder del FSLN y el secuestro que mantiene sobre el Estado ¿creen que un grupo numéricamente minoritario de la oposición va a ser capaz de cohabitar con los sandinistas en un escenario de apertura mínima democrática? Como líderes responsables deben aclarar cuál es su propuesta de negociación ¿Qué le puede ofrecer este sector de la oposición al régimen que no conlleve perdón, amnistía, impunidad?

A esto se añade otro debate que tiene que ver con el escenario democrático: ¿Porque no proscribir al FSLN como partido político si es una organización criminal? Determinar el peligro de esta organización que tiene fuerzas paramilitares armadas dispuestas a masacrar a gente inocente, a niños, por su «partido» como pasó durante la operación limpieza en 2018 ¿Es, según ustedes, discrimación ideológica, persecución política? ¿Es repetir errores? ¿Es hacer lo mismo que el FSLN hace? Esto es una falacia.

Urge un diálogo sobre estos aspectos. Para poder fortalecer a la oposición. El poder no debe convertirse en un fin en sí mismo, como bien el sandinismo lo ha hecho. Como dirigentes políticos, como liderazgos políticos, debemos tener responsabilidad de velar conscientemente por el establecimiento de condiciones apropiadas para realizar cambios estructurales, de nación. La justicia no es una concesión que los políticos hacen, es un derecho que el pueblo nicaragüense va a reclamar independientemente del Gobierno en turno, pero, se supone que, con mayor libertad, en una Democracia, por ende, no deberían los liderazgos políticos insinuar que un próximo gobierno desatenderá un asunto tan indispensable como la justicia estructural “porque esto es lo pragmático y políticamente estratégico”

¿Porqué y en qué momento, la impunidad se volvió un asunto indiscutible para la oposición? ¿Por qué la supuesta disyuntiva entre justicia y democracia se convirtió en lo absoluto, lo indiscutible? ¿En qué momento esa falsa dicotomía, esta falsa elección, se instauró en sus mentes como algo irresoluble?

También es una falsa dicotomía argumentar que las exigencias de justicia plena y el negarse a pactar impunidad u ofrecer impunidad a Ortega en una negociación llevará inevitablemente a la guerra, a la venganza o a una persecución antisandinista. La justicia no es una cuestión sectorial, es una cuestión de nación que nos involucra a toda la ciudadanía y una deuda histórica que ha provocado la repetición de la violencia. La justicia es ineludible a la democracia.

Es muy cierto que las condiciones de la transición determinan en mayor medida las condiciones para lograr justicia, que requerimos una apertura democrática para iniciar procesos de justicia punitiva (determinar y encarcelar a los perpetradores) pero precisamente por eso, es por lo que se debe procurar un escenario de transición en donde no existan acuerdos o pactos, que limiten este proceso. Además ¿la justicia es solamente encarcelar criminales? No. Debemos tener presente que para el establecimiento de la democracia, que no sea de apariencia (sólo un cambio de gobierno o de poder) se debe procurar una transición mediante procesos de justicia estructural y una construcción de memoria histórica, donde por primera vez en su historia, Nicaragua sea capaz de encaminarse sin obstáculos, hacia el progreso y la Paz; a terminar de una vez por todas, con la marginalidad, con el hambre, con la humillación a la que nos someten a los pobres desde que nacemos; terminar con el caudillismo, que es la semilla de las dictaduras ahí es donde necesitamos líderes comprometidos y responsables con el camino correcto.

La justicia no es fácil, pero es el camino, requiere compromiso y esperanza de un mejor futuro. Y eso no es idealismo, es humanidad, porque los nicaragüenses ya sufrimos demasiado la corrupción y la violencia, merecemos algo mejor, merecemos decencia humana, dignidad, felicidad, estabilidad, lo que nunca vamos a tener con una organización criminal (que finge ser un partido político) como el Frente Sandinista, en el poder y tampoco tendremos con un nuevo gobierno cuasi democrático que imponga el perdón y el olvido y que realice cambios cosméticos solo por ambiciones personales.

*Foto: La Lupa