Dr. Danilo Martínez R. | San José Costa Rica, 1 de Agosto del 2024
El Universo se expresa de múltiples formas. Pero como un presagio de lo que significaría para los pueblos de América, mientras el mundo entero miraba aterrado el derribo de las Torres Gemelas en New York, ese mismo día en Lima Perú, se firmaba la Carta Democrática Interamericana.
La firma de la Carta, fue recibida con vítores y aplausos del mundo democrático. Por fin el Continente Americano contaba con un mecanismo de medidas y sanciones en el caso de ruptura abrupta o irregular de los procesos políticos democráticos de la región. Se aplaudía la medida extrema de expulsar a aquellos Estados que rompieran el Orden Democrático Americano y el Orden Constitucional Interno.
Todo parecía bien, digamos que excelente, por fin se contaba con un procedimiento internacional regional para restaurar el orden democrático en caso de los recurrentes golpes de estados militares.
Los Estados miembros o el Secretario General, puede invocar la aplicación de la Carta Democrática a través del Concejo Permanente, aplicación que es potestad de la Asamblea General Extraordinaria. Este instrumento fue diseñado para preservar los gobiernos no para cambiarlos.
El grave problema es que mientras los poderes del Estado y el propio gobierno queda totalmente protegido , la Carta no protege a los pueblos de América , ya que no pueden invocar dicha carta cuando son los gobernantes los que niegan los derechos políticos a sus ciudadanos. Sin embargo cuando se pregunta por el efecto jurídico de la Carta para los pueblos, “los expertos” , haciendo honor a su etiqueta, resaltan el efecto sociológico ( no jurídico ) a favor de los pueblos. O sea, si funciona la Carta y se restaura la Democracia, los pueblos son los más beneficiados. Sin embargo hay algo que no encaja en todo esto.
Solo a un gobernante ha pedido oficialmente la OEA que abandone el poder, al General Anastasio Somoza Debayle, la madrugada de un 23 de junio de 1979. Y solo gracias a que para entonces no existía la Carta Democrática Interamericana. De haber existido con seguridad, se hubiera convocado a diálogos, a una docena de Concejo Permanentes, se hubieran aprobado una veintena de resoluciones y ni Somoza se hubiera ido, ni los guerrilleros del FSLN hubieran tomado el poder en nuestro país.
Hace dos días Luis Almagro, Secretario General de la OEA, pidió a Maduro que aceptara la derrota electoral, lo dijo en su calidad señalada, pero fue incapaz de alcanzar los 18 votos requeridos para que el Concejo Permanente pidiera la presentación de las actas del escrutinio del 28 de julio 2024 en Venezuela. Es decir que oficialmente la OEA no ha pedido a Maduro que se largue.
Desafortunadamente, desde su firma, la Carta solo ha sido aplicada con éxito para proteger a la Izquierda. Se aplicó en el 2002, cuando se le dio golpe de Estado a Hugo Chávez, y en 47 horas, los militares restituyeron a Chávez en el poder entre otras cosas por la invocación de la Carta de la OEA a favor del dictador. Y quien pidió a gritos que protegieran el gobierno de Chávez, nada menos que el señor Vicente Fox, líder de derecha de México y delegado para el Grupo de Ríos.
La segunda vez que fue aplicada con éxito en el 2009, fue para restituir a Manuel Zelaya en Honduras, lo cual fue promovido abiertamente por el entonces presidente de Estados Unidos Barack Obama.
Pero cuando el pueblo de Nicaragua pidió, clamó y suplicó que se aplicara en el 2021, jamás se hizo. Hasta que el propio Dictador sacó al Estado de Nicaragua del organismo regional y para mayor humillación fue él quien expulsó a la OEA del país.
Lo sucedido ayer con el valiente pueblo venezolano no tiene nombre. Pero no es la primera vez que le fallan a Venezuela. Almagro no logró los votos que podría haber resultado con la expulsión de Venezuela en el 2016. Y tampoco lo logra ahora en el 2024, que el Dictador ha ejecutado un golpe de Estado a la Democracia y a la Libertad.
Quizás la intención de la aprobación de la Carta Democrática Interamericana fue la mejor. De buenas intenciones está lleno el camino al infierno.
Es urgente una renovación del sistema Democrático Interamericano, para que incluya como causal de aplicación de la Carta Democrática Interamericana, los casos de fraudes electorales notorios y públicos, los crímenes de lesa humanidad, y las represiones sistemáticas y generales contra la población. Cualquier experto respondería con una perogrullada: “en la definición de los elementos esenciales de la democracia están incluidos”.
No señores. Necesitamos una Carta Democrática Interamericana, que requiera solo el voto de la mayoría y no votos calificados para aplicarse, una Carta más taxativa, más protectora hacia los pueblos, más inclusiva y con dientes y garras para que sea respetada por los gobernantes de turno , sobre todo por los lideres totalitarios con vocación de dictadores.
Mientras los expertos y diplomáticos disfrutan su café, en esta tarde , el pueblo venezolano se desangra en las calles luchando por su libertad.
Viva Venezuela Libre
Viva Nicaragua Libre
Viva Cuba Libre
La democracia se construye, hagámosla.
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